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Hija de revolucionarios

Confiado en su vanidad y en su abismal ignorancia, salpicada de frases ingeniosas y de mentiras pronunciadas con convicción, “la gente no se había percatado del dominio de Fidel Castro sobre él: la revolución bolivariana se convertiría en un subproducto de la revolución cubana”. Se trataba del comandante Hugo Chávez en la Venezuela de finales del siglo XX, donde pocos adivinaban el horror y la destrucción que traería el nuevo profeta de la igualdad social.

Quien presiente la amenaza y desconfía desde el primer momento de aquel comandante de verbo fácil y empalagoso, que, como tanto caudillo en aquella América Latina a la que pertenecía por filiación materna, creía que iba a cambiar de una vez su nación, es Laurence Debray Burgos, hija del famoso “intelectual de izquierdas”, Régis Debray, y de Elizabeth Burgos, militantes comprometidos con la guerra de guerrillas en los dramáticos años sesenta del siglo pasado.

Su padre acompañó al comandante Che Guevara, a Bolivia, en su último fracaso político y militar. Según “fuentes autorizadas”, habrían delatado en las torturas las andanzas del líder guerrillero.

La historia de sus padres, sus motivos, la pregunta por su identidad, llevaron a Laurence Debray Burgos a escribir el año pasado Fille de révolutionnaires (Stock, París, 2017), cuya traducción al español acaba de presentar editorial Anagrama, Hija de revolucionarios (2018).

Laurence Debray, al contrario del intelectual europeo nostálgico del “buen salvaje”: los Castro, Guevara, Chávez, Ortega, no acepta un modelo que solo ha traído desdicha y miseria.

“¿Cómo es posible que mis padres apoyaran un proyecto político como aquel, fundado sobre la represión, la exclusión y el poder absoluto?

¿Cómo pudieron pensar que una economía establecida por funcionarios, podía ser viable? ¿Pueden justificarse en nombre de la emancipación y de la igualdad, todas las decisiones erráticas?”

Preguntas pendientes.