Hay “deberes humanos”
Hablar de “derechos humanos” es pleonasmo. Una “verdad de Perogrullo”, tautológico, retórico, redundante, carente de lógica elemental. Solo los humanos somos titulares de derechos y capaces de ejercerlos. ¿Hay “deberes humanos”?
Ningún otro ser vivo, los animales, las cosas o la naturaleza “tienen ni pueden atribuirse derechos o peor otorgárseles”. Nosotros los humanos tenemos la obligación, el deber de cuidarlos y protegerlos.
Los “derechos humanos” se han convertido, mundialmente, en una barricada perversa, usada por socialistas violadores de la vida, la libertad y la propiedad. Es una vergüenza atroz entregar a Venezuela una banca en el Consejo de Derechos Humanos de NN. UU., pese al demoledor informe de la alta comisionada de Naciones Unidas (Ginebra, Suiza) para los derechos humanos, su contertulia, la izquierdista Michelle Bachelet. Es incongruente.
No existe “derecho” sin “deber” correlativo. Imposible confundirlos pues no significan lo mismo. Todo derecho tiene su contraparte: el deber o responsabilidad.
La Declaración de Independencia de EE. UU. (1776) proclamó el derecho a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. La Declaración Universal de Derechos Humanos (1948) proclamó 30 derechos de los humanos, incluyendo un error conceptual. Al decir: El deber es nuestro derecho (¿?), expresaron un contrasentido. Una confusión. La responsabilidad no es un “derecho”. Es el deber. Es nuestra obligación. Todos tenemos “derecho” a un mundo justo y libre. Por la obligación, es decir el “deber”, debemos respetar los derechos ajenos.
Fray Bartolomé de las Casas (1484-Madrid-1566) en su obra De los Hombres que se han hecho esclavos, peleó desde la Conquista para abolir la esclavitud contra aborígenes y negros. Quiso hacer énfasis y acuñó la frase: “Derechos humanos”.
Es antijurídico confundir derecho con deber. El ser beneficiario o receptor de un “derecho” implica, necesariamente, un “deber”, esto es, que debe responder por sus actos. Es sentido de responsabilidad.