Charlas. Se abordaron asuntos como las buenas prácticas sostenibles de empresas en reciclaje.

Guayaquil: hacer mejor lo que ya se hace bien

Uno: fortalecer las industrias actuales para producir más con menos costos, aumentar la productividad, generar más riqueza y generar más plazas de trabajo.

Uno: fortalecer las industrias actuales para producir más con menos costos, aumentar la productividad, generar más riqueza y generar más plazas de trabajo.

Dos: crear las condiciones para que los actores económicos sean competitivos a través del tiempo y evitar el impacto de riesgos futuros como el cambio climático, teniendo en cuenta que el Banco Mundial estima que Guayaquil será la ciudad más vulnerable a inundaciones relacionadas en el futuro con el calentamiento climático.

Tres: permitir nuevas inversiones enfocándolas en las que generan más empleo. Las industrias transables y multinacionales que venden productos dan un auge al trabajo en el corto plazo, pero no se compara con el impacto y estabilidad laboral de las empresas familiares.

Estos tres elementos perfilan la ruta que Guayaquil debe seguir para configurar una agenda de competitividad. “Quito ya lo está haciendo”, añade Daniel Ortega, director del Centro de Desarrollo de Políticas Públicas de la universidad Espol, tras definir su receta de sostenibilidad para Guayaquil, que debe empezar por hacer mejor lo que ya hace bien.

La escuela de negocios Espae, adscrita a la Espol, organizó ayer un evento con la sostenibilidad como eje sobre el que orbitaron charlas de bioenergía, sobre retos y desafíos de Guayaquil y sobre el papel de las empresas grandes y pequeñas.

Para la ponente Mónica González, vicepresidenta y directora ejecutiva de GPM para América Latina, la sustentabilidad de la actividad empresarial no hace distinción por el tamaño de la compañía. Ni hace falta una gran inversión ni es una prioridad secundaria.

A las empresas, dice, les conviene tener un mejor trato con el empleado, con la sociedad y con el entorno, fomentando prácticas no contaminantes o respetuosas con el medio ambiente, porque esto repercute directamente en la empresa.

Las compañías más responsables socialmente tienen mejor reputación y eso se puede traducir en más rendimiento económico. Los trabajadores se desempeñan mejor y con más ganas en las empresas mejor consideradas, la productividad es mayor y las ganancias también.

Así pues, si no es por conciencia social -que sería lo deseable-, sino que los ejecutivos corporativos se lanzan al mundo de la sostenibilidad por moda o por imagen, también será bien recibida la iniciativa.

“Pasó con las certificaciones ISO 9.000 y 14.000. Las empresas las asumían por la moda, por no quedarse atrás, por sumarse a la tendencia y luego vieron que esas normas les permitían funcionar más organizados”, comenta González, quien cita a el escándalo de emisiones de gases contaminantes de Volkswagen como ejemplo de lo caro que puede salir no invertir en sostenibilidad.