Arte. Los ‘artefactores’ ofrecen en la exposición un conjunto múltiple de murales, cuadros e instalaciones.

El grupo Artefactoria vuelve de los 80 original y renovado

El Guayaquil de los años ochenta era una ciudad distinta a la que hoy conocemos. Con menos espacios de recreación, un nivel inferior de infraestructura y una comunidad artística sumamente limitada, lo que los jóvenes buscaban era irse.

El Guayaquil de los años ochenta era una ciudad distinta a la que hoy conocemos. Con menos espacios de recreación, un nivel inferior de infraestructura y una comunidad artística sumamente limitada, lo que los jóvenes buscaban era irse.

Así lo indicó Xavier Patiño, uno de los miembros del colectivo Artefactoría, que surgió en aquella época y que cambió la forma de hacer arte en la urbe.

Patiño, junto a Flavio Álava, Jorge Velarde y Marcos Restrepo, fueron los primeros integrantes de la agrupación. Ellos se conocieron en el Colegio de Bellas Artes y, buscando continuar creando juntos, pidieron ayuda al entonces director de la Pinacoteca del Banco Central, Juan Castro y Velasco. Este les brindó el espacio para trabajar y contribuyó con la integración de dos miembros, Paco Cuesta y Marco Alvarado. Juntos fundaron la revista Objeto Menú y fueron incursionando en el arte contemporáneo.

Tres décadas después, los ‘artefactores’ regresaron a la ciudad con ‘¿Es inútil sublevarse?’, exposición que abrió sus puertas el pasado martes en el Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo (MAAC) ante centenares de personas.

La exposición, dividida en ocho ambientes, cuenta con algunas de sus obras más emblemáticas, entre ellas la que recibe al asistente: ‘Si no está de acuerdo toque la campana’, de Patiño, así como piezas creadas especialmente para la ocasión.

Para Matilde Ampuero, curadora de la muestra, esta no solo ofrece una visión del arte que se llevaba a cabo en el Guayaquil de la época, sino también una síntesis de la situación social y política que se vivía en los años ochenta y cómo esta propició la fundación del grupo.

‘¿Es inútil sublevarse?’ cuenta además con instalaciones, entre ellas una impactante elaborada con pupitres de un salón de clases, y exhibe también fotografías de la época de la Artefactoría. Es, sin duda, una exhibición que obliga al espectador a efectuar un análisis. Esta característica, indicó Juan Pablo Ordóñez, museógrafo de la muestra, fue uno de los principales planteamientos que se establecieron a la hora de crear la exhibición.

“Queríamos que la muestra fuera un ejercicio de crítica y que, a la vez, te trasladara a ese Guayaquil . Al ver las obras ves cómo, con piezas como estas, no había marcha atrás y cómo ellos efectivamente abrieron la puerta a lo contemporáneo”.

La exposición se inauguró con un recorrido de la sala en el que participaron los creadores, al son de música ochentera interpretada en violín.

A la hora de consultarles si podían contestar la pregunta que da nombre a la muestra, solo sonrieron. “Eso le toca decidirlo al público”.

Las obras de la exposición

El mural. La muestra cuenta con obras realizadas especialmente para la ocasión, entre ellas murales en los que priman imágenes de las revueltas del siglo XX en la urbe, así como matanzas, manifestaciones y hechos históricos.

Lo crítico. Las piezas e instalaciones que se pueden encontrar en ‘¿Es inútil sublevarse?’ se enfocan, sobre todo, en la crítica social. Varias de estas pertenecen hoy a colecciones privadas y museos, tanto de la urbe como de otras ciudades.

La documentación

Un tributo a dos grupos de los años 30

¿Es inútil sublevarse’ también rinde homenaje a las obras de dos grupos de guayaquileños que se formaron a inicios del siglo XX, la Sociedad Promotora de Bellas Artes: Alere Flammam de 1930 y la Sociedad de Artistas y Escritores Independientes de 1939. Las piezas de los creadores de dicha época brindan un contexto del arte que se hacía en la ciudad durante el surgimiento del modernismo, y como estas sirvieron de referente para los creadores que vinieron en años posteriores.