Esfuerzo. Luis Morejón, padre de Glenda, sostiene los zapatos de la campeona.

Glenda entreno hasta romper sus zapatos

En la casa de Glenda Estefanía Morejón se respira felicidad.

En la casa de Glenda Estefanía Morejón se respira felicidad. Sus padres y hermanos están orgullosos del logro alcanzado por la marchista imbabureña de 17 años, quien la madrugada del sábado pasado ganó la medalla de oro en el Mundial de Atletismo Sub-18 en Neirobi, Kenia.

Con emoción, su padre, Luis, de 55, explica que la penúltima de sus seis hijos salió de su casa, ubicada en la ‘Bola Amarilla’ de la ciudad de Ibarra, provincia de Imbabura, el pasado 9 de julio con la idea de subirse al podio, pero nunca imaginó que ganaría. Para él, el esfuerzo y dedicación que realizó la campeona en los últimos meses rindió sus frutos. Las prácticas en el Parque Ciudad Blanca, Loma de Guayabillas, Colegio Nacional Ibarra, Laguna de Yahuarcocha y Estadio Olímpico, eran de casi nueve horas diarias; de ahí que recuerda que en mayo pasado le compró a Glenda un par de zapatos para entrenar, pero el esfuerzo que realizó con ellos hizo que la suela se le partiera en dos en menos de un mes.

La campeona mundial practica la marcha desde hace cuatro años, pese a ello se inició en el atletismo a los 7, como fondista. Su entrenador, Giovan Delgado, le instó a que se dedique a la caminata, pero su padre se lo negó en un principio, hasta que después de tres meses cedió.

“El primer día de entrenamiento regresó llorando. Decía que le dolían las articulaciones de las rodillas y cintura. Eso le duró dos meses, después quiso retirarse, pero no se lo permitimos porque le inculcamos que luche por lo que quiere”, dijo don Luis.

En respuesta, Glenda declaró, luego de ganar la medalla: “Amo a mi familia. Gracias a ellos por haberme inculcado seguir adelante”.