Ganar para gobernar

No es lo mismo ganar una alcaldía que gestionarla. Y una prefectura o una presidencia. En la carrera de un candidato hasta el día de votación tener un rostro y nombre conocido resulta determinante. Pero pasado el recuento de las urnas, hacen falta muchos más ingredientes para ser un buen gestor.

Diferenciar las aptitudes para ganar y para gobernar debería ser una autoexigencia individual de cada ecuatoriano con derecho a voto. ¿Elijo a un rostro para que asuma el rol de gobernante o elijo a una persona capacitada para la gestión de la esfera pública? La influencia de los carteles, de los eventos y de todo lo que conlleva una campaña electoral difumina, en ocasiones, el valor de los candidatos, confundiendo al ciudadano sobre qué habilidades del candidato deberían ser priorizadas.

Nada excluye que un personaje reconocido en el mundo del deporte, de la televisión, de los debates, de la música o de cualquier otro ámbito de gran exposición pública pueda cargar, además, con un bagaje de formación, experiencia y talento con los que instrumentalizar su gestión. Pero tampoco debería ser factible que los candidatos más capaces, pero anónimos para la masa de votantes, queden relegados a un segundo plano.

La carrera electoral es una competición para gobernar, no para ganar. O debería ser así. La obligación de los postulantes y de los electores es examinar quiénes reúnen las habilidades para cumplir con el máximo deber de una autoridad pública: ser un mandatario del ciudadano, haciendo uso responsable del dinero del pueblo para el destino más provechoso para el bien común. En el camino, hay tecnicismos, hay dilemas, hay austeridad, hay controles con los que lidiar y hacen falta más que un nombre, un rostro y un equipo de apoyo para decidir.

Cada cuatro años los ecuatorianos definen qué tipo de pueblo son y quieren ser. El rostro y la habilidad de quien gobierna representan, a su vez, la talla del votante y de la democracia. Ahora es tiempo de reflexión. Hay ocho meses para escrutar, escuchar y elegir quién va a tomar decisiones en el nombre de cada ciudadano en unas elecciones, las municipales y seccionales, que dado el nivel de administrativo acortan la distancia entre votantes y votados. Ganar no es lo mismo que gobernar y el resultado de las urnas dirá a cuál de esos dos aspectos cada uno le ha dado prioridad.