Fedatarios inmobiliarios  ‘vigilantes’ de las   construcciones

Fedatarios inmobiliarios ‘vigilantes’ de las construcciones

Sobre un área de 400 metros cuadrados avanza la construcción de una moderna guardería municipal en el sector de las bulliciosas bahías, en el centro de Guayaquil. En el proceso constructivo, a más de albañiles y maestros, participa el contratista José Wonsang, y otros dos ingenieros civiles que son parte de su equipo.

El trabajo es supervisado por un fiscalizador y por el administrador del contrato (representante del contratante), pero a Wonsang no le molestaría que a esta obra también la fiscalicen los fedatarios inmobiliarios, un grupo de especialistas que dentro de poco empezará a verificar que las construcciones en la ciudad sean eficientes, seguras frente a terremotos.

Pero cuáles serán las responsabilidades específicas de estos delegados; con qué recursos contarán para hacer sus tareas; cómo será su reportería; y qué costos tendrán para los usuarios. La Cámara de la Construcción de Guayaquil (CCG), el gremio que los designará por delegación del Municipio, trabaja en ello y estima que dentro de tres o cuatro semanas presentará al Cabildo el plan con la normativa legal y técnica que regirá el trabajo de estos inspectores.

Estos ingenieros y arquitectos que sean escogidos no solamente vigilarán que los procesos constructivos se hagan con base en la Norma Ecuatoriana de Construcción y respeten los planos, “sino que adicionalmente los materiales que se utilicen sean los idóneos”, adelanta Enrique Pita, presidente de la CCG.

¿Es el ocaso de la construcción informal?. Por ahora este nuevo control recaerá solo sobre los proyectos u obras que tengan permiso municipal.

Rodolfo Rendón, arquitecto y miembro del Consejo Ecuatoriano de Edificaciones Sustentables (CEES), considera indispensable que, paralelamente al trabajo de los fedatarios, haya todo un plan “para hacer que aquellos actores de la construcción espontánea, que siempre van a haber, puedan acceder a un asesoramiento técnico”.

Agrega que esta tarea debe ejercerla una asociación público-privada, integrada por el Municipio, los gremios de profesionales y de la Producción y la Academia. “Debe ser una opción integral, global, que debe encarar este problema”, acota.

En 2015 el Municipio frenó 1.537 obras que no seguían las normas. La cifra no refleja la realidad, pues el control hoy no abarca los asentamientos irregulares y barrios donde las construcciones, ampliaciones y remodelaciones las ejecutan maestros de obras y a veces hasta las mismas familias.

Al momento, en Guayaquil se ejecutan 600 construcciones entre grandes, medianas y pequeñas. Para controlarlas todas habría que tener cientos de fedatarios trabajando todo el día, los 7 días de la semana, dice José Núñez, asesor del Municipio, en materia de Urbanismo y Ordenamiento Territorial.

El Ayuntamiento ha aceptado la ayuda de la CCG, pero a la vez recuerda que el Código Civil prevé sanciones para los profesionales que construyan mal, pues los hace responsables de los daños en una obra hasta 10 años después de entregada.

Y el hecho de que sea el gremio de los constructores el que ponga a los fedatarios, si bien no molesta a contratistas como Wonsang, hay quienes estiman que estos deben conocer todas las ramas de la ingeniería civil.

Pedro Andrade, ingeniero civil estructurista y catedrático de la Universidad de Guayaquil, quiere saber si estos veedores respetarán o conocerán a fondo los planos que elaboran los ingenieros calculistas. Por ejemplo -explica el técnico- hoy está muy de moda el uso de disipadores de energía sísmica en los edificios y un diseñador podría mandar un detalle especial para incluir estos elementos en una obra. Si el fedatario no conoce de esto, en lugar de poner lo que está en el plano, podría decir que la varilla debe ir recta, que sé yo, e ir en contra del diseño.