Falsos idolos

Pedro Pablo Kuczynski renunció. Y parece que los ecuatorianos lo admiramos. La lógica es la siguiente: ese es el ejemplo de un país democrático, con instituciones fuertes. Un sistema político que obliga al presidente a presentar su renuncia cuando existe descalificación moral. No utiliza tretas, ni al cinismo como escudo. Ecuador: ¿qué te han hecho? La politiquería ha llegado a tal punto de sinvergüenzas e impresentables que todo nos parece mejor que esto. “Bendito país, cuyo presidente renuncia porque se avergüenza de un escándalo de corrupción”. Y es así como la década pasada terminó cegándonos. No podemos levantar falsos ídolos. Ya sea por necesidad o por ingenuidad. ¿Qué estamos admirando? El primer mandatario que cobra Odebrecht. Un primer mandatario que cuando se vio afectado por la opinión pública, en desesperado intento por salvarse, decide indultar a Alberto Fujimori. En un solo acto eliminó años de trabajo de justicia (viva la independencia de poder) e insultó al país que votó por él para que justamente esto no pasara, para que esa familia no regresara al poder. Rescatar su popularidad valió indultar a quien comandó desapariciones forzadas, esterilizó a más de 2.000 mujeres (medida antipobreza), torturó y asesinó. Ahora: libre. Estamos hablando del primer mandatario que sobrepasó estos alcances para permanecer en el poder: utilizó a Kenji Fujimori para convencer a partidarios de su padre de votar en contra de su destitución como presidente. No, no convencer: comprar. Y solo cuando estas negociaciones se hicieron públicas (cortesía de Keiko, la rival fortalecida para 2021) es que decidió hacerse a un lado. Un día antes de que el Congreso lo destituyera, ahorrándose la vergüenza de un juicio. ¿Es esto salir por la puerta grande? La historia de Perú continúa secuestrada por una familia, que después de esto, probablemente volverá a gobernar. De los noventa no avanza. ¿Envidiamos esto? En su gira, el papa Francisco preguntó: ¿Qué pasa en Perú que todos los presidentes acaban presos? Si admiramos eso, recordemos al menos que la corrupción y el oportunismo en política no son exclusividad de nadie.