Excesivas organizaciones politicas
Según el Consejo Nacional Electoral, en el Ecuador existen 277 organizaciones políticas legalizadas, lo que refleja dos hechos notorios: ausencia de una cultura política y omisión del organismo electoral de revisar el cumplimiento de obligaciones constitucionales para la aprobación de ellas, que deberían responder en sus planteamientos a las aspiraciones del conjunto de la población nacional, regional o cantonal.
Esa situación ha posibilitado la proliferación de movimientos huérfanos de concepciones ideológicas y filosóficas, carentes de programas y planes de acción consistentes y viables, lo que a su vez provoca que se formen movimientos con cualquier etiqueta para propósitos meramente electorales, multiplicando agrupaciones y atomizando propuestas, creando confusión y por ende una falta de entusiasmo en la ciudadanía, que observa además con el consiguiente reproche, a politiqueros participando en diferentes elecciones con distintas camisetas.
A manera de referencia es pertinente observar que en democracias sólidas, como en Estados Unidos y Europa, se mantienen dos vertientes políticas vigorosas que se refrescan con nuevos actores -para eso son las elecciones internas primarias-, pero en ningún caso dejan a un lado sus tesis doctrinarias, que son el fundamento para que exista una militancia que no sea permeable a insinuaciones de beneficio personal y desvíos, que no dejan de ser coyunturales y socialmente nocivos.
En la última restauración de la democracia en el Ecuador en 1979, se expidió una ley de partidos políticos que perseguía que se constituyan organizaciones ideológicamente sustentables, como canales de comunicación entre gobernantes y gobernados. Lamentablemente, en poco tiempo la ley fue violada para favorecer a un partido que no había recibido el respaldo del porcentaje de electores que exigía dicha ley, desencadenando futuras decisiones que terminaron sepultándola.
El país necesita dirigentes políticos confiables, que le eviten dejarse sorprender por falsas promesas de aventureros de la politiquería, lo cual genera inestabilidad, componendas y corruptelas.