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Lonnie Bunch III, asecretario de la prestigiosa institución Smithsonian comenta que la reciente ola de protestas por la violencia racial es uno de los momentos más convulsos del siglo XXI en el país.EFE

"Estados Unidos vive una batalla por el alma del país"

ENTREVISTA. Lonnie Bunch III, historiador y director del prestigioso Smithsonian Institution, señala la importancia de las elecciones de noviembre

Estados Unidos "vive una batalla por el alma del país" ante las elecciones de noviembre, con la ola de protestas contra la violencia racial, el derribo de estatuas y acusaciones de reescribir la historia, una "reescritura" que para Lonnie Bunch III, historiador y actual director del prestigioso Smithsonian Institution, de Washington, es necesaria porque el objetivo es "corregirla".

Bunch, quien fuera el primer director del Museo Afroamericano de Historia y Cultura, inaugurado en 2016, resaltó también la importancia clave de las elecciones estadounidenses de noviembre, en las que Donald Trump busca la reelección frente al demócrata Joe Biden, dado que encarnan dos maneras casi opuestas de entender la identidad de Estados Unidos.

Pregunta (P): En las últimas semanas hemos visto en EE.UU. disturbios y protestas sociales históricas, y eso plantea preguntas sobre el papel de los museos y los historiadores. ¿Cómo pueden los museos mantener la relevancia y estar a la altura en estos momentos especiales?

Respuesta (R): Los museos tienen que ser un valor, un valor que ayude a un país, en este caso concreto, a encontrar las herramientas para entender el momento en el que se encuentra. En esencia, un museo tiene que reconocer que es tanto un lugar sobre el presente y el futuro como lo es sobre el pasado. Lo más importante es que si los museos son espacios seguros donde la gente se puede juntar, tienen que ayudar a las diversas personas de una comunidad a reunirse y tener conversaciones sobre esto.

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En segundo lugar, tiene que servir para resguardar el momento, para asegurarnos de que no se nos pierda, ya sea con historia oral o las pancartas de los manifestantes. Y en tercer lugar, si eres un historiador, este es el mejor momento porque el país tiene que entender lo que sabes, cómo el racismo, la discriminación y la democracia siempre han estado unidas en este país.

Es un momento que no es distinto a otros que hemos visto, y sin embargo es un momento de esperanza, y la historia puede ofrecer esperanza a la gente.

P: A la vez, están surgiendo críticas que señalan que hay un interés en reescribir la historia. ¿Qué significa reescribir la historia?

R: Hay mucha gente que dice que no deberíamos tirar estatuas. En primer lugar, ninguna estatua se pensó para que sea permanente, porque las estatuas tratan también de la identidad de las naciones, y eso siempre está cambiando.

En un sentido a la gente que se queja de que queremos reescribir la historia, les diría que es cierto, pero lo que estamos haciendo es corregir la historia, asegurarnos de que hay un entendimiento más preciso de las complejidades de la historia de EE.UU. Si esto es una reescritura, es una buena reescritura.

P: Sobre el derribo de estatuas, un tema muy candente ahora en EE.UU., hay otra corriente que de lo que habla no es tanto de que necesitemos menos estatuas, si no más estatuas, para que haya una especie conversación. ¿Cuál es su opinión como historiador?

R: Las estatuas, como las rosas, tienen que ser podadas, de modo que algunas tienen que ser retiradas. En realidad, las estatuas son un modo de dar respuestas simples a problemas complejos. De modo que podas unas y añades otras, y así puedes tener conversaciones más complejas.

Un ejemplo: aquí en Washington hay todo un debate en torno a la estatua de la emancipación, con el presidente Abraham Lincoln (1861-1865) de pie sobre un esclavo arrodillado. Y eso simboliza que "oh, Lincoln les dio la libertad y es el gran emancipador". Bueno, claramente, eso es erróneo. Pero por qué en vez de retirarla no añadimos otra estatua. El intelectual afroamericano Frederick Douglas o un esclavo, y usar ese espacio como un espacio de interpretación. Dar a la gente directrices para que digan: estas son las razones por las que vemos a Lincoln como el gran liberador, pero la realidad es que los afroamericanos tuvieron una actuación, también contribuyeron a su libertad.

La noción no es destruir lo que Lincoln hizo, que es importante, sino hacerlo más complejo y matizado. Por eso yo creo que añadir puede suponer una gran diferencia. En otras ocasiones, me gusta la idea de sacar estatuas del lugar en el que están ubicadas y llevarlas a otro para que puedan ser contextualizadas.

Hay que reconocer que muchas de las estatuas son símbolos que la gente no sabe necesariamente lo que eran. Cuando se miran estatuas de la Confederación (el bando esclavista sureño que se levantó contra los estados del Norte en la Guerra Civil de 1861-1865), tienen más que ver con el supremacismo blanco y menos con la Confederación, más que ver con la segregación racial. Si se supiese más acerca de esto, habría más entendimiento sobre la razón por la que hay que retirar algunas estatuas.

Y por último, cuando era joven, probablemente me habría gustado quitar muchas estatuas, pero es necesario tener una conversación razonada de modo que la gente reconozca el porqué, en lugar de hacerlo caprichosamente.

P: El presidente Donald Trump ha criticado la retirada de estatuas con el argumento de que supone deshacer la historia de EEUU. ¿Qué le diría?

R: He dedicado mucho tiempo a pensar sobre cómo las naciones usan los espacios públicos para reflexionar sobre la identidad nacional. Desde mi perspectiva, las estatuas confederadas son diferentes. Deberían quitarse todas.

Pero veamos el caso del presidente Thomas Jefferson (1801-1809) y la esclavitud. No eliminas a Jefferson pero lo complementas. Cuando dirigía el Museo Afroamericano lo que hice fue rodear una estatua de Jefferson de 600 personas que fueron esclavos. No se pueden entender sus ideas sobre la libertad sin entender sus ideas sobre la esclavitud. No quiero quitar a George Washington (primer presidente de EEUU, 1789-1797) o a Jefferson, lo que quiero es que se entienda que la esclavitud realmente moldeó a los Padres Fundadores.

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El retiro de una estatua del general confederado JEB Stuart de Monument Avenue en Richmond, Virginia, Estados Unidos, en julio de este año.EFE

P: El Museo Afroamericano, que usted dirigió, es un símbolo. Ahora está al frente del Smithsonian ubicado en el National Mall de Washington,, que es el principal espacio simbólico en EE.UU. ¿Qué significa que pueda añadirse, como se está discutiendo en el Congreso, un Museo de la Historia Latina?

R: A mi juicio, el National Mall de Washington es donde va la gente a ver qué significa ser estadounidense. Van al Capitolio, al Memorial de Lincoln, algunos de los museos del Smithsonian. Pero había un gran vacío. No se puede entender EEUU sin entender las cuestiones raciales. El museo afroamericano era una manera de que EE.UU. se viera bajo una luz diferente. Era a la vez la historia de una comunidad y el viaje de una nación.

No vas a poder hacer un museo para todo el mundo. Pero lo que ocurrió con el Afroamericano y lo que espero que ocurra en el Latino es que dijimos: esta no es la historia de la población negra para los negros, es la historia esencial de EE.UU. Si el museo latino se enmarca del mismo modo, y sobre cómo la comunidad latina ha modificado el país, entonces supone una enorme aportación.

P: En lo que respecta a la política contemporánea. El candidato demócrata Joe Biden ha seleccionado como compañera de fórmula a Kamala Harris, que podría ser la primera mujer de origen afromericano e indio en ser vicepresidenta de EE.UU. ¿Cómo explica que hayamos pasado del presidente Barack Obama (2009-2017) a Donald Trump y ahora volvamos a la opción de Kamala Harris?

R: Lo que vemos es una batalla por el alma de EE.UU. Hay fuertes visiones que chocan. Hay una que cree en unos EE.UU. progresistas, que disfruta con su diversidad. Y hay una perspectiva que quiere echar la vista atrás a unos EE.UU. que quizá nunca existieron pero les da confianza, sobre cómo quieren que sea el país.

Sobre el paso de Obama a Trump y de vuelta recalca que la elección de Obama nunca fue una señal de que la raza ya no importa en este país. Mucha gente pensó: "Oh, significa que somos todos iguales y libres". Sin embargo, el modo en que fue tratado, sabemos que la raza siempre será un factor en EE.UU. Lo que sería muy importante es tener a una mujer como vicepresidenta. Un símbolo que ya se ha dado en muchos países europeos. Este es un punto en el que EE.UU. está un paso atrás.

Esta elección va a ser un debate sobre los EE.UU. que queremos. Y el hecho de que Kamala Harris esté en una posible fórmula presidencial deja más claras las opciones.

P: Con las recientes protestas, algunos analistas plantean que EE.UU. se encuentra en un momento de crisis. ¿Cómo ve ahora al país?

R: EE.UU. es un trabajo en marcha. Siempre ha habido una tensión entre cómo EE.UU. se define a sí mismo frente al modo en el que realmente funciona. Ese es uno de esos momento para entender nuestro pasado: hemos hecho cosas horribles y fascinantes. En EE.UU. siempre va a haber momentos de gran cambio. Con grandes oscilaciones de la justicia y luego un contrapeso. Lo que veo es un movimiento prolongado, pero nunca se llegará a la tierra prometida de los ideales de una vez, es algo sobre lo que se va tener que seguir trabajando.