Encuestas
Las encuestas son un mecanismo de medición de la intención de voto. Pueden ser publicadas durante un momento en específico del periodo electoral.ARCHIVO

Las encuestas, otra pieza para el impulso electoral

Con el inicio de la contienda electoral es inevitable la proliferación y guerras entre las encuestadoras, pero ¿cuánto inciden en el elector?

Los especialistas en política consultados por este Diario señalan que algunas encuestas se han convertido en un documento no fiable y de poca credibilidad, hace más de 10 años. Para ellos, los pronósticos que han venido arrojando, con distorsiones de la realidad, han hecho que menos gente los consulte.

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Aun así, hay un grupo minúsculo de personas, que toman en cuenta estos sondeos al momento de decidir por quién votar, con el objetivo de que su voto no sea en vano, sino útil, ya que tienen un mejor nivel de formación académica y política, señala Marco Romero, economista, especialista en política internacional y director del Área de Estudios Sociales y Globales de la Universidad Andina Simón Bolívar. No obstante, para él, este sector del electorado no lograría su intención, ya que las encuestas de preferencias electorales pueden manipular las inclinaciones de los ciudadanos.

La academia ha estudiado los efectos de los sondeos electorales hace tiempo, uno de ellos es el ‘Bandwagon’, en el que los electores apoyan al primero que va en las encuestas; y el otro es el ‘Underdog’, en el que se dice que la gente vota por el segundo que está en la lista, con el objetivo de que no gane el aspirante que no le simpatiza. Sin embargo, Álvaro Marchante, experto en campañas políticas y director de Asuntos Públicos de Atrevía, afirma que “científicamente se ha demostrado que el efecto de los sondeos es mínimo en la sociedad, ya que apenas podrían mover pocos puntos”.

Oswaldo Moreno, analista político, asegura que, en el grueso del electorado, las encuestas no tienen mayor incidencia, ya que estas muestran más al “ganador de las encuestas”, que al de los comicios. Esto, debido a cuatro razones, señala el catedrático Marco Romero: primero, porque “se han convertido en un instrumento más de las campañas políticas” y para esto “distorsionan los resultados en beneficio del que paga la encuesta”; segundo, no captan las percepciones de los actores, lo que los ha llevado a que arrojen resultados equívocos. Tercero, también influye el que muchos de los consultados ocultan a su favorito por cualquier razón; y cuarto, en América Latina, un porcentaje importante de la población define su voto a última hora y son influenciados por las redes sociales.

Voto útil. Lo que más lo define es lo que dice su comunidad, es decir, de quién más se comenta en su entorno: en el trabajo, en el barrio, en la familia.

Lo que más define el voto útil, hasta cierto punto, especifica el analista político César Febres-Cordero, es lo que dice su comunidad. Con él coinciden Romero y Marchante, ya que, de acuerdo con sus criterios, la gente sí quiere apostar por el ganador y para esto, escuchan las opiniones de sus amigos, propagandas que llamen la atención, las imágenes construidas desde las redes sociales y los medios de comunicación, y si le cae bien. Lo que “constituye un conocimiento circunstancial, el cual crea un sentimiento que puede llegar a cambiar el voto o a definirlo”, expresa Marchante.

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Pero, al mismo tiempo, indica Febres-Cordero, los votantes utilizan las estrategias antes mencionadas junto con los sondeos para identificar al personaje que esté más cercano a ellos y que pueda vencer al que no quieran que gane. Por lo que son útiles como instrumento de publicidad de los candidatos e inciden a favor de una posición política o en contra de un candidato, especifica Romero.

Aunque para Moreno, el nivel de conocimiento es más importante que la intención de voto, ya que “¿quién va a votar por alguien que no conoce?” y para esto, el votante requiere tener un 80 % de conocimiento sobre este.

En todo caso, los expertos recomiendan que si el votante consume encuestas que las comparen para que vean si estas varían demasiado, si es que hay algún interés de por medio o si se está omitiendo algo, sugiere Febres-Cordero, “para no caer como presa de un engaño”.