Las redes sociales abarcan facetas positivas como el impulso de nuevos negocios y contacto social, y también negativas, como el juego de la Ballena Azul, etc., cuyos efectos negativos incidieron en la salud mental de los adolescentes emocionalmente inestables.

En Malasia, una joven de 16 años se suicidó luego de publicar una encuesta en su cuenta de Instagram, donde preguntó a sus seguidores si debía morir o no. Un 69 % de quienes participaron en la consulta votaron a favor de su fallecimiento.

Estos temas deben ser analizados dentro y fuera de casa para evitar su réplica y fomentar el razonamiento y sobretodo la comunicación. La muerte de un ser humano no es chiste y tampoco se decide por votos en el ciberespacio.

Las redes sociales otorgan a los adolescentes lo que en casa no encuentran, esto es, los visibiliza, genera pertenencia a través de su anhelada aceptación contabilizada por los famosos “likes” y también el mortífero abrazo de la depresión.

Interactuemos con tiempo de calidad con la red troncal: la familia y no compensemos esa grave falta con regalos y permisos. Desconectemos de las otras redes, ellas no colapsarán sin nosotros.

Isabel de Cordovez