El dia despues

La consulta puede ser analizada por sus eventuales costos y beneficios. Los costos surgen de la posibilidad, no desterrada al día de hoy, de que Moreno siga el camino trazado por su predecesor. Los beneficios se dan si empieza el proceso profiláctico de borrar de la faz de la historia el paso de RC por el poder. Las encuestas, aun cuando consistentes a favor del sí, han tenido una merma desde su inicio. El debilitamiento es muestra de rechazo al gobierno monosilábico del licenciado. Pero la fuerza irresistible que mueve a la opinión es la repulsa frontal al correísmo y a su líder, quien es hoy el blanco de los “huevazos” que, a manera de proyectiles teledirigidos apuntan a quien personifica el cinismo, la corrupción, el abuso, la oportunidad perdida, la descomposición social, y el desbarajuste económico.

El licenciado no se salva. Fue vicepresidente por seis años, gozó de cómodas vacaciones en Ginebra, calificó a su entonces jefe de “leyenda”, se autodenomina socialista (así fuere a secas), mantiene el plantel que causó el desastre económico, empecinado en aplicar la misma receta tóxica, y preside el partido que hoy se ubica cuánticamente en el limbo de lo que es y no es.

La limpia debe iniciar el 5 de febrero. Concluirá cuando deje de existir el Consejo de Participación Ciudadana, que es el foco de toda la infección que ha descompuesto al país y ha costado más de $2.000 millones en malgasto público durante su innoble existencia. Dará resultado si los poderes del Estado se rigen por fórmulas de convivencia basadas en el “control y el equilibrio” luego de cambiar la arquitectura del poder Legislativo y echar a la basura el método D’Hont, incentivar la participación de actores destacados y no de sumisas o borregos, y crear las condiciones para que los legisladores mantengan vínculos efectivos con sus electores. Será positiva desde el momento en que la administración de justicia en el Ecuador sea apta y no “la mejor justicia que la influencia del poder y el dinero pueden comprar”, y cuando la Fiscalía, la Procuraduría y la Contraloría recuperen su institucionalidad. Cuando el país esté dignamente representado al exterior, se abra al mundo y se deslinde de los Maduro, los Castro, y más secuaces. Requerirá mandar, adonde se tenga que mandar, al actual equipo económico para ser reemplazado con gente con ideas claras para enfrentar los serios problemas heredados y los que hoy son de cosecha propia. Será realidad si se otorga seguridad jurídica para los emprendedores; si se puntualizan los campos de acción gubernamental y se lanza, con razones suficientes, el desafío a los sectores productivos para que cumplan con su cometido de crear empleos y prosperidad. Será fortalecida cuando se reforme el régimen previsional haciéndolo para que sea viable, y se proponga un código tributario que sea de simple administración, cumplimiento, y alta productividad. En fin, concluirá la limpia cuando se le devuelva al país la esperanza de mejores días, los que Correa le robó.

La consulta es de la gente. El presidente es el timonel de turno y tiene dos opciones: pasar a la historia como un farsante, o, paradójicamente, ser el destructor del populismo fascista y totalitario de su predecesor.