Desfachatez
De lo que recuerdo, y mi memoria es buena todavía, he utilizado en muy pocas ocasiones la palabra desfachatez, ya en mi lenguaje cotidiano, ya en estos cañonazos.
Me resultó más oportuna que descaro, cinismo o sinvergüencería para describir lo que está ocurriendo en el país.
Pareciera que cada cual lleva su propia agenda, trata de cumplirla a como dé lugar y el resto... que se chupe el dedo y no se atreva a intentar tener explicaciones de los comportamientos, en una república del todo vale, asumidos como honorables con tal de conseguir los no siempre respetables objetivos personales.
Por supuesto, la crisis de valores implícita en la descripción antes anotada es mundial pero que sea mal de muchos no me consuela.
El Chapo puede financiar, con los dineros de las multinacionales de las drogas, las campañas políticas de quien quiera o de quien le venda protección, e igual puede ocurrir con las empresas internacionales constructoras de obras públicas, garantizadas en su sobreprecio y mala calidad, aunque con jugosos “arreglos entre privados” para quienes las contratan. Sin embargo, el que así ocurra no debe dar paso a que tal situación se convierta en normal y hasta en norma. Esa degradación de la vida pública más temprano que tarde va a degenerarlo todo.
Si hace tiempo que ética dejó de ser sinónimo de política no es aceptable que ahora política sea sinónimo de enriquecimiento ilícito pero vertiginoso.
Las próximas elecciones son una brillante oportunidad de ejercer el voto con civismo. No entreguemos la conducción de las ciudades o las provincias a quienes ya sabemos descalificados o no calificados para los ejercicios administrativos que se les quiere otorgar. Busquemos, con patriotismo, más allá de los membretes partidarios a las personas que creamos más dignas de representarnos y más capaces de cumplir en mejor forma con la gestión que les vamos a encomendar.
Lo cierto es que no podemos cruzarnos de brazos frente a una situación que como en pocas ocasiones nos tiene desconcertados al tiempo que irritados, prisioneros de una gran impotencia pero, eso es otro ‘tópico’.