Crecimiento versus desarrollo

El crecimiento es una condición necesaria, mas no suficiente, para el desarrollo. El desarrollo es una condición suficiente, mas no necesaria para el crecimiento. El crecimiento es un concepto puramente cuantitativo, el desarrollo es fundamentalmente cualitativo. El crecimiento puede ser alto, pero de poca calidad por pobre irradiación en el amplio espectro que define la calidad de vida; por ello, la distribución del crecimiento, su sustentabilidad, potencia y resistencia son elementos que determinan el progreso económico. El desarrollo, a su vez, debe tener objetivos claros que se articulan en lo político (el fortalecimiento de la democracia y de sus instituciones), lo económico (el fomento del mercado, su integración, capacidad de absorción, vínculos internos y externos, y diversidad de la canasta productiva), lo legal (independencia del poder judicial, imperio de la ley y seguridad jurídica), y lo ecológico (el respeto y convivencia armónica con la naturaleza). El desarrollo requiere brindar las condiciones para enaltecer al individuo como integrante primigenio del ente social; brindar las oportunidades de educación, la preservación de la salud, que le permitan vivir en forma digna, tener empleo productivo, pagar los impuestos, y ejercer la libertad.

Veamos entonces qué pasó en Ecuador. Antes debo reiterar que el crecimiento se origina en la formación de capital, más conocida como la inversión, que tiene a su vez orígenes en el sector público o en el privado. Tradicionalmente, en términos porcentuales, la inversión privada ha fluctuado entre dos terceras y tres cuartas partes del total, y la pública ha representado la diferencia. En la última década, impulsada por la ideología de gobierno y la coincidencia del superciclo de los productos básicos, la inversión pública llegó a ser el 60 % del total, entretanto el sector privado se volcó hacia el comercio y la intermediación, acumulando ganancias que, en el giro del negocio, superaron los cien mil millones de dólares. El sector público invirtió alrededor de $65.000 millones, lo que por simple aritmética establece que la inversión privada fue de alrededor de $40.000 millones: el resto, la mayor parte de las utilidades, representó exportación de capitales. Dicho de otra forma, el gobierno socialista engordó vacas gordas y peluconas cuando al mismo tiempo pregonaba el desarrollo del buen vivir.

Hasta 2013 el crecimiento promedio fue de 4,2 %, igual al obtenido entre 2000 y 2006 con un precio del petróleo de $22 por barril contra $60+ en el Gobierno RC. Es razón suficiente para que califiquemos al crecimiento de mediocre, inequitativo, e insustentable por ser dependiente de un solo producto: el precio del petróleo.

En 2014 concluyó el superciclo y se entró en fase recesiva. Fue necesario endeudarse en 7 % del PIB para alcanzar un crecimiento “manipulado” de 3,8% (esto es, negativo en 3 % si se descuenta el endeudamiento). La historia de 2015 es de crecimiento negativo en alrededor del 2 %, y la de 2016 es de recesión aún más profunda, acompañada del desempleo, la iliquidez y la crisis de los hogares.

Crecimiento mediocre; desarrollo incipiente y truncado. Son las evidencias que quedan después de una década de mala práctica gubernamental.

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