ESMERALDAS
Betty Orejuela recibe la dosis contra el nuevo virus en el hospital Delfina Torres de Concha.GUSTAVO GUAMÁN / EXPRESO

COVID-19: Un pinchazo de esperanza y desahogo en Esmeraldas

Se destaca el orden en el proceso de vacunación. Los casos de COVID-19 en la provincia van en aumento.  Desde el hospital piden analizar nuevas medidas

No había adultos mayores esperando por la vacuna bajo los 28 grados centígrados de la ardiente Esmeraldas. No había largas filas ni hijos cargando a sus padres. En el hospital general Delfina Torres de Concha no había llanto ni ruegos por las dosis contra el coronavirus. Al menos no el lunes pasado...

Con 77 años, Juana Isaura Martínez acababa de ser inmunizada. Sentada en una amplia sala donde otros señores de cabello blancuzco se acariciaban los hombros, ella aguardaba los 20 minutos que debía permanecer en observación luego de aquel procedimiento. “Me siento más tranquila”, dijo tras contar, entre el susurro y la denuncia, que la situación en la provincia es “alarmante”.

Ahorita la situación está bastante alarmante, por eso el interés de prevenir con la vacuna. De mis familiares, mi hijo y una nieta se han contagiado, yo tuve el aislamiento respectivo.

Juana Martínez, paciente inmunizada.

EXPRESO tuvo acceso al lugar de vacunación del hospital. Orden. Silencio. Y orden. Hay aire acondicionado. Las dosis están a la temperatura adecuada. Allí, los médicos atendían a los ancianitos: unos esperaban el pinchazo, como Betty Orejuela (a quien habían contactado con anticipación), otros solamente querían ir a casa. Felices, quizás. Con la certeza de que, al menos para ellos, el mañana será mejor. “¿Cómo se sienten?”, les preguntó una funcionaria. “¡Todo bien!”, contestaron al unísono.

En dicha casa de salud han vacunado a unas 3.675 personas, entre adultos mayores y personal de salud. Y cada día llegan entre 380 y 384 pacientes para la inmunización. Un desahogo. Y, sin embargo, Roberth Cedeño, gerente del hospital, recordó que las vacunas están llegando con “lentitud” al país. Que el talento humano está agotado. No todo pinta de colores en la provincia verde.

Se deben tomar todas las medidas administrativas para disminuir la movilidad (...) si debemos confinarnos, tiene que ser de una manera ordenada y organizada.

Roberth Cedeño, gerente del hospital de Esmeraldas Sur.

En el mismo hospital, al otro extremo de donde se respira esperanza, muchos pierden la batalla. Jimmy Angulo parecía derrotado. Molido. Su allegada, una mujer de 67 años y con coronavirus, había sido ingresada. A unos metros, desde una sala de triaje, él veía cómo la llevaban en una camilla hacia la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). Hacia un destino incierto. “Le dan pocas probabilidades”, lamentaba el hombre sobre el punzante pronóstico de la señora. “Ella es como mi madre”, se repetía.

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Según las estadísticas del Ministerio de Salud, en la provincia se han reportado 7.475 contagiados de COVID-19 y 324 fallecidos hasta ayer. Pese a que Esmeraldas apenas acumula el 2,1 % de los casos en el país (Pichincha 34,9 % y Guayas el 13,1 %), la situación no deja de alarmar a los ciudadanos porque... la gente se enferma. La gente necesita oxígeno. La gente muere... el Registro Civil contabiliza 592 defunciones entre enero, febrero y marzo de 2021. 179 más si se compara con 2020.

El gerente del hospital, que además es centinela y está encargado de los contagiados en la provincia -de unos 600.000 habitantes-, explicó que hasta el pasado lunes tenían 60 camas de hospitalización disponibles de 94. Y tres de 25, en UCI, gracias a un plan de contingencia en el que se han adaptado cinco ventiladores extra.

Semáforo. El 5 de marzo, la Alcaldía de Esmeraldas informó que analizaba el cambio de color a rojo ante el “desmedido incremento de casos COVID-19”. 

Hay ocasiones en que los pacientes esperan hasta sentirse muy enfermos para llegar al hospital. Jimmy Angulo contó que su familiar estuvo mal unos 20 días (primero le dijeron que tenía amigdalitis. Luego la COVID-19). También se suma el irrespeto a las medidas de bioseguridad. Cedeño explicó que hay ciudadanos que usan las mascarillas más de 10 días. “Pero el problema no es de la gente”. La solución sería, según el médico, disminuir la movilidad, pero eso ahora está en manos de las autoridades.

Este Diario se contactó con la alcaldesa de Esmeraldas, Lucía Sosa, para tener una entrevista y ampliar la situación que enfrenta la ciudad. No hubo respuesta hasta el cierre de esta edición.

Estructura olvidada

En Esmeraldas existe una estructura donde antes funcionaba el hospital general Delfina Torres de Concha. En 2017 se mudaron a las nuevas instalaciones y desde entonces esa infraestructura, que tiene capacidad para 125 camas -según Roberth Cedeño-, ha permanecido bajo cadenas. Está desvencijada: vidrios rotos, puertas con cadenas oxidadas.