Un concierto para niños con autismo

Un concierto para ninos con autismo

La melodía salía de los altoparlantes y era aprovechada por la anfitriona para pedir aplausos y entonación de instrumentos.

La melodía salía de los altoparlantes y era aprovechada por la anfitriona para pedir aplausos y entonación de instrumentos. Maracas, panderetas, tambores de juguete y palos con cascabeles retumbaban en el local. El alboroto se incrementaba y luego el silencio reinaba. Y volvía la algarabía. Todos debían seguir las instrucciones.

Así se desarrolló la terapia de música que ofrecieron los voluntarios de la fundación norteamericana Autism and Music, liderada por la guayaquileña Patricia Kayser.

Fue una jornada para jugar, reír, cantar y disfrutar de la música. De eso se tratan las terapias que ofrece Kayser a niños diagnosticados como autistas.

El autismo es una condición con la que se nace. Abarca una serie de trastornos que afectan las habilidades comunicativas, la socialización y la empatía de la persona.

Kayser (25) lo sabe muy bien. A la edad de 15, a su hermano diez años menor que ella le diagnosticaron autismo. “Yo siempre quise buscar maneras para conectarme con él hasta que me di cuenta que la música era una vía increíble. Empezó a ser mucho más sociable, mucho más emotivo”. Por ello, y sin ningún conocimiento básico, decidió comprar una guitarra y tocarla para él.

Así descubrió que su misión era llevar el mensaje para el conocimiento de esta condición, y hacer de la música una herramienta de terapia. Hace tres años creó la fundación Autism and Music, en Miami, donde tiene su residencia, pero sus orígenes guayaquileños la hacen venir cada año a dejar ese mensaje en su tierra.

Un mensaje que fue escuchado ayer por Mercedes González, cuyo hijo mayor, Alejandro (12), tiene el espectro Asperger, una forma de autismo más leve. Hace nueve años cuando descubrió los síntomas en su primogénito no había médicos que le advirtieran de esa condición, aunque ya lo sospechaba por el comportamiento que mostraba el niño: agresión e introspección.

Otro de los síntomas que presenta es la comunicación. Les cuesta expresarse, no hacen contacto visual y la sociabilidad es nula. Así reconoció Andrea Pavón la condición de su pequeño de cinco años, quien lleva casi cuatro años con terapias y dieta. Es que parte de su tratamiento se basa también en lo que comen y dejan de comer: el gluten, la soya y la proteína, por ejemplo, no deben ser parte de sus alimentos, dice Pavón, quien ha debido conocer a fondo sobre esta condición para poder ayudar a su hijo, quien ayer fue uno de los más animados durante el concierto musical.