HENRY LAPO / Expreso

Los comandos se preparan en 20 semanas

Marieta Campaña Villacís

campanam@granasa.com.ec

Fue un año duro para la Brigada de Fuerzas Especiales Patria de Latacunga: 19 comandos perdieron su vida en dos trágicos eventos.

En marzo, la fatalidad alcanzó a 22 militares que fallecieron en el accidente del avión Arava en Puyo, Pastaza (18 de ellos eran comandos de la Brigada). El lunes una explosión se llevó la vida de otro y causó heridas a cinco más.

Fueron casos fortuitos que, advierten los uniformados, nada tuvieron que ver con su preparación. Porque ser comando no es fácil y no todos lo logran. Algunos se retiran al inicio, otros a la mitad del camino y unos cuantos más lo hacen cerca del final. Situaciones físicas, familiares y médicas son las principales razones.

El subteniente Santiago Maya lo sabe. Él reingresó al curso de comandos. Está en su segundo intento para llegar a ser comando y ha superado la novena de las 20 semanas de preparación del curso número 74, denominado ‘Diego Alvear’ en honor a uno de los 22 fallecidos en el Arava.

El año pasado abandonó la instrucción en la segunda semana. En un obstáculo se rompió un ligamento. Después de una operación y un año de rehabilitación está de vuelta. “Las Fuerzas Especiales son la élite, lo mejor de lo mejor y quiero ser de ese selecto grupo”, dice convencido.

En el curso, los uniformados deben demostrar que son más fuertes que el hambre, el frío, el cansancio o “que cualquier cosa” porque las pruebas son duras, explica.

Los aspirantes deben superar las fases de selva, mar y patrullas. Ahí se preparan los líderes, guerreros de montaña. “Uno se convence de lo que quiere: la mente y el cuerpo lo hacen”, asegura Maya.

El Comando de Educación y Doctrina es el encargado de la formación, perfeccionamiento y especialización militar.

El trabajo empieza antes de que salga el sol

1. La jornada de los comandos inicia antes de las 05:00 y no hay una hora fija para regresar al campamento temporal. Los iglúes, levantados por cada uno de los aspirantes, sirven de dormitorio.

Este año, el espacio en el que se levanta el campamento pertenece al Grupo Especial de Operaciones del Ecuador (GEO). Es un préstamo para que los uniformados completen sus entrenamientos. Allí hay polígonos de tiro o edificaciones para practicar las operaciones de rescate.

Esos espacios permiten, por ejemplo, realizar tiros o ingresos a casas en combate urbano para proteger personas plagiadas, dice el comandante Fabricio Varela.

Según él, un miembro de las Fuerzas Especiales debe tener vocación y amor por la patria. El comando no únicamente está entrenado para disparar o matar, sino para apoyar, afirma. Recuerda que esa demostración se dio en el terremoto de abril cuando fueron los primeros en ingresar a las zonas de desastre.

En las instalaciones del GEO los futuros comandos no tienen descanso. Antes de llegar ahí, los oficiales y miembros de tropa pasaron cinco semanas preparatorias. Recibieron nociones básicas, conocimientos de armas y clases avanzadas de primeros auxilios.

Javier Pérez está al frente del Comando de Educación y Doctrina del Ejército y cuenta que la invitación para ser parte del curso fue a todo el personal militar.

La instrucción se basa en la preparación del soldado “para enfrentar al enemigo en cualquier escenario: aire, tierra y mar, en territorio nacional o fuera del país”, dice.

Dios acompaña a los aspirantes

2. A las 08:00, los comandos del curso ‘Diego Alvear’ están listos para desayunar. Hasta esa hora han cumplido con varias actividades físicas.

Antes de comer, se forman para la revisión del día. También hacen fila para tomar sus provisiones. En su vajilla reciben arroz, majado de verde y carne al jugo. Una taza de café completa su desayuno. Todo se prepara en enormes ollas.

Armados y equipados se sientan debajo de una tienda de campaña en bancos improvisados. Nadie desayuna si antes no ha agradecido a Dios por los alimentos que van a recibir.

Deben recibir una comida nutritiva para resistir el entrenamiento, advierte el mayor Franklin Cando, del Comando de Educación.

La pintura verde y negra los identifica

3. El campamento temporal es su base de descanso. Los iglúes verdes, que cada uno armó al llegar, sirven de dormitorio y para guardar sus objetos personales.

Las instalaciones del GEO están ubicadas cerca del monumento al Colibrí, en el suroriente de Quito, en el Valle de los Chillos. Ellos cuentan que cuando las noches son claras, el frío no afecta tanto. La mayor dificultad se presenta cuando llueve, reconoce uno de los aspirantes.

Algo que nunca dejarán los comandos es la pintura verde camuflaje que cubre sus rostros. Se combina con pintura de color negro. Así permanecerán los cinco meses que tomará el entrenamiento.

Rescate y protección, parte de sus tareas

4. Combate urbano. Ese es uno de los ejercicios que los comandos deben llevar a cabo. Equipos de no menos de 20 hombres participan en el entrenamiento. Simulan la liberación de un posible rehén.

Entre todos se protegen. El primero alerta a sus compañeros si el espacio al que se aproximan es seguro. La práctica se hace en una edificación de cuatro pisos dispuesta para el ejercicio. Sigilosamente avanzan, recorren las instalaciones, someten a los secuestradores y liberan a la víctima. Este ejercicio, generalmente, se cumple a las 18:30.

Cerca de la edificación otro contingente de militares que formarán parte del Grupo Especial de Operaciones del Ecuador (GEO) se prepara en el curso de combate urbano. Ellos no llevan sus caras pintadas. Es personal especializado en rescates y operaciones especiales en el ámbito interno.