Urbanización junto a la vía a la Costa.

Un clon de la via a la Costa

La León Febres-Cordero, en La Aurora, se asemeja a otras vías estatales como la Samborondón, con tráfico y sin forma de crecer.

Como una escena repetida, en los márgenes de la Guayaquil Metropolitana, la avenida León Febres-Cordero Ribadeneyra, vía estatal que atraviesa la parroquia satélite La Aurora, se convierte en una arteria sin salida, sin manera de crecer, soportando más parque automotor cada día. Tal como sucede en otras vías como la Samborondón y la vía a la costa, ambas de competencia estatal.

Esta avenida que aguanta el paso de los tráileres y camiones, pues es la que conecta con la Perimetral, parece más una calle urbana que una carretera, ya que los vehículos particulares ocupan los carriles y en horas pico los repletan.

Antes de las 07:00, el congestionamiento vial desnuda el mayor problema que representa vivir en La Aurora. El tráfico se vuelve caótico. “Por la gente que sale a sus trabajos, a los colegios de los chicos, muchos a Guayaquil”, opina Mario Valverde, quien labora en el sector.

Es que La Aurora creció en oferta inmobiliaria: 35.000 viviendas registra el Municipio, lo que se traduce en unos 140.000 residentes, un 560 % más habitantes que en 2001, cuando el INEC registró apenas 25.000.

Situación similar a La Puntilla o el sector de vía a la costa. Los tres lugares no crecieron en vías por lo que hay momentos en que estas no abastecen. Y, no hay forma de tener otras paralelas para que el parque automotor se distribuya y no colapse en un solo espacio, contribuyendo además a la contaminación por CO2 de los vehículos en marcha.

Esto, a criterio del experto en planificación y urbanismo, Carlos Jiménez, se debe a que no se proyectan las vías en función de los usos de suelo, ni se hacen las simulaciones respectivas, con modelos ya probados que existen en el primer mundo, si no que se hace la vía y después se piensa en el tipo de uso de suelos que va a haber.

Por ello, agrega, las densidades poblacionales que hay ahora “saturan las vías”. Lo que queda es que en algún momento se tenga que hacer pasos a desnivel, ampliar puentes, expropiar casas... para que la gente pueda seguir movilizándose en carro, lo cual también critica, pues considera que lo más viable es fomentar la peatonalidad o el uso de transporte público, “como se hace en el primer mundo”.

Para Marlon Zamora, presidente de directorio de la etapa Príncipe Felipe, de Villa del Rey, tener un vehículo es una necesidad. Su residencia está en La Aurora, pero su trabajo en Guayaquil, por lo que debe madrugar para al salir y no encontrarse con el trancón. “Sin embargo, no puedo evitarlo de regreso porque ya desde las cinco hasta las ocho y media de la noche el congestionamiento es fatal”.

Tener vehículo propio es vital, dice Norma Rugel Soto, presidenta del directorio de la etapa Natura de Villa Club. La distancia entre la urbanización y la vía principal es un inconveniente. Su vecina Mercedes Cabrera Barriga, es otra defensora del uso del vehículo aunque ambas admiten que el tráfico es “un verdadero problema”.

Rugel considera que deberían existir más retornos para no tener que avanzar tanto en el vehículo para los regresos.

Héctor Pino, director de urbanismo del Municipio de Daule, especifica que, a diferencia de su vecina La Puntilla, La Aurora tiene cómo crecer, tanto en urbanismo como con redes viales.

Y detalla que existen soluciones establecidas: paralela a la avenida León Febres-Cordero está la denominada Vial 1, que se conecta dos kilómetros atrás del centro comercial El Dorado.

En esa arteria, no obstante, el flujo vehicular se encuentra con ciertos trancones y dificultades, ya que al igual que sucede con la León Febres-Cordero, desemboca a la Estatal 86 (conocida como vía a Salitre) y se encuentra con el parque automotor de las ciudadelas apostadas en el sitio como Nápoli, Mallorca, Milán Plaza, Bonaterra.

Además, la Vial 1, es una arteria que no presta las facilidades para su uso. “Es solo lastrada”, dice Marlon Zamora, quien ha utilizado varias veces este camino de tierra.

Jiménez piensa que si en esta parroquia se sigue expandiendo la oferta inmobiliaria, “como tienen pensado crecer en La Joya, Villa Club... incluso las vías internas de estas presentarían problemas de tráfico pronto, como pasa en la Leopoldo Carrera, en Los Ceibos”.

El problema de fondo es que la León Febres-Cordero termina siendo el mismo que la Samborondón: tiene una sola vía colectora, carece de conexiones, no hay vías de comunicación interna porque no hay un libre tráfico entre las distintas etapas y ciudadelas. “Es complicada la circulación porque todo decanta a la misma vía colectora, y al final se convierte en un embudo, como en Entre Ríos, que soporta el tráfico de 5 carriles en solo dos”, dice Jiménez. KSG

Los buses se estacionan y es prohibido

Llegar a La Aurora, desde la terminal de Durán, toma unos 35 minutos en bus que recorre la vía Samborondón y llega hasta La Aurora, a la altura de La Joya. Existe una sola cooperativa normada para que ingrese a esta parroquia de Daule, la Panorama de Durán. Se han sumado la 16 de Octubre, también de Durán y buses de Guayaquil, las líneas 2, 63 y 105. Estas últimas, según Julio Jaramillo, gerente general de la ATM-Daule, no deberían circular ya que no existe un permiso para ello, aunque reconoce la necesidad de las personas de trasladarse por ese medio. Por ello, se gestiona el paso de una línea de buses que recorra desde la cabecera cantonal de Daule hasta La Aurora.

Lo que critica, es que los conductores de los buses hagan estación en la vía. “El servicio debería ser dejar o recoger a los pasajeros y continuar la marcha, no esperar estacionados. Eso está prohibido”.

Dice que la competencia para regular esa situación la tiene la Comisión de Tránsito del Ecuador.