Cuatro familiares de los periodistas y el conductor de diario El Comercio asesinados por terroristas fueron recibidos por el Pleno de la Asamblea.

Circo, dolor y vergUenza...

Primero, un debate estéril, una batalla campal, una resolución intrascendente... Luego, la más dolorosa realidad nacional aterrizó en la Asamblea Nacional.

La Asamblea Nacional transitó del bochorno a la tragedia sin solución de continuidad. La primera parte de su sesión matutina, dedicada a un debate inoficioso, rozó el grado cero de las ideas y las cotas más altas del cinismo. En la segunda, el Pleno recibió un contundente e inesperado baldazo de agua helada: los familiares de los trabajadores de diario El Comercio asesinados por terroristas en la frontera norte fueron recibidos en comisión general y la sensación de vergüenza se incrementó por simple efecto de contraste. Después del griterío y la chacota, los asambleístas tragaron saliva y escucharon, en reverente silencio, los testimonios de la violencia y la indefensión nacionales. Fue una lección para quienes quisieran entenderla.

El primer punto de debate en el orden del día dejaba adivinar lo que estaba por venir: “Resolución de solidaridad con las personas con discapacidad y sus familias, y de manera especial con el presidente de la República, Lenín Moreno, por las expresiones vertidas por el expresidente de la República”. La propuesta provenía, es claro, de la bancada oficialista. Y condujo al caos. Resoluciones de este tipo no sirven, en la práctica, para absolutamente nada que no sea retratar de cuerpo entero a algunos asambleístas.

Sonia Palacios presentó los argumentos de su bancada: “Es inadmisible -dijo- que se haya utilizado la discapacidad del presidente para denostarlo”. La respuesta correísta vino por cuenta de Mónica Alemán. Ella habló con una media sonrisa de autosuficiencia pintada en el rostro y no tuvo empacho en servirse de los familiares de las víctimas de El Comercio para golpear a sus rivales: se escandalizó de que se los hiciera esperar hasta el final de la sesión para recibirlos. Luego atribuyó a su partido la idea de otorgar atención prioritaria a las personas con discapacidades, error histórico que nadie corrigió. Para rematar, victimizó a su bancada: habló de las agresiones que reciben en la Asamblea y la violencia física de que son objeto en las calles. Ahí fue cuando ardió Troya.

Las tensiones y la animadversión mutua acumulada en lo que va de la legislatura estallaron de repente como una olla de presión. Correístas versus resto del mundo, una vez más. Asambleístas de uno y otro lado se gritaron, se mandaron a callar, se restregaron los trapos sucios en la cara, algunos rasgaron sus vestiduras y hasta Marcela Aguiñaga se sintió ofendida por los insultos, como si nunca hubiera llamado “perra” a voz en cuello a María José Carrión.

Los correístas aportaron la chacota. Gritaban improperios cuando los otros hablaban: era el bullying más básico trasladado de las aulas escolares al salón del Pleno con Gabriela Rivadeneira por delante. María José Carrión la mandó a callar. María Mercedes Cuesta les recordó aquello de “El patuleco va a caer”. Raúl Tello desempolvó los insultos de Correa a las mujeres (gordita horrorosa, muñequita de pastel, neurótica...). Y mientras tanto las risas, los chillidos, los insultos gritados por lo bajo, los aspavientos... En eso estaban cuando María Mercedes Cuesta se encontró con Mónica Alemán en los pasillos (ambas iban a por un café) y la bajó por un tubo. Desapareció la sonrisa de autosuficiencia de la correísta.

Finalmente, la resolución fue aprobada con 92 votos a favor y la presidenta, Elizabeth Cabezas, pidió la presencia de los familiares de las víctimas de diario El Comercio. No estaban preparados los asambleístas para lo que se venía, menos aún después de semejante bochornosa exhibición.

Yadira Aguagallo y Ricardo Rivas (novia y hermano del fotógrafo Paúl Rivas) impusieron el orden y el silencio en el salón con la contundencia de sus intervenciones. Durante una hora hablaron de su propia indefensión ante las mentiras, las contradicciones, los engaños de que fueron víctimas por parte de las autoridades a cargo del manejo de la crisis, especialmente los ministros Patricio Zambrano (Defensa) y César Navas (Interior). Documentaron su manipulación. Pusieron en evidencia su ineficacia. Los asambleístas se pusieron de pie para aplaudirlos. El contraste entre el circo que acababan de protagonizar y el país real que Yadira y Ricardo les pusieron por delante fue intenso y doloroso.

El correísmo perdió todo

Por la tarde, en la continuación de la sesión, se aprobaron dos propuestas de CREO. Una de Fernando Flores para exhortar al Gobierno a que declare a Venezuela país de crisis humanitaria. Y otra de Byron Suquilanda para condenar los criterios de los presidentes de Venezuela y Bolivia sobre la justicia ecuatoriana.