Camino al abismo

En la universidad aprendí que sin información no se puede tomar decisiones acertadas, y que dicha información debe ser oportuna, detallada y confiable.

En la severa crisis que vive Ecuador hay ausencia de información básica para conocer el destino económico del país. Días antes del terremoto, no se conocían con certeza las proyecciones del crecimiento del PIB en 2016 y 2017, por ser diferentes las de instituciones multilaterales con las del Gobierno. Por el terremoto, las proyecciones deben corregirse. Se desconoce: número de negocios destruidos en las provincias afectadas, inversión de cada uno, capital y pasivos que tenían.

La Superintendencia de Compañías publica anualmente estados financieros consolidados y por provincia, se debe tener la información al 2015. Debe servir de referencia. Sobre la de los negocios que no operan como compañías, el Instituto Nacional de Estadísticas debe tener datos referenciales. Los principales gremios de la economía: comercio, industria, agricultura, pequeña industria, banca y seguros, deberían solicitar a sus afiliados información sobre sus proyecciones para consolidarlas. Concluido el trabajo hay que entregarlo al Gobierno para que entre en razón y se dé cuenta de que las decisiones que está tomando, lejos de reducir la magnitud de la crisis, la empeoran. No pueden existir dos países en Ecuador, como escribí en mi columna el 17-4-2016: el real y el del Gobierno.

En días pasados comentaba a miembros de las cámaras de la producción que difícilmente sobrevive un negocio, por mejor producto que venda, si se encuentra descapitalizado. Cuando se ha tocado fondo es casi imposible salir del hueco.

En 1978, cuando la mayoría de los funcionarios públicos no habían nacido, eran niños o adolescentes, 900 personas se suicidaron tomando cianuro en una de las Guyanas. Pertenecían a una secta fundada por James Jones. Era tan grande el fanatismo que Jones les ordenó suicidarse y lo hicieron (https://es.wikipedia.org/wiki/Jonestown). En forma figurada, la economía ecuatoriana vive un lento y doloroso suicidio, lamentablemente no todos los ecuatorianos se dan cuenta.

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