Mas cambios en educacion superior
¿Hacia dónde debieron apuntar las reformas aprobadas para la Ley Orgánica de Educación Superior (LOES) en el 2018, a las que siguió posteriormente, el reglamento general de dicha ley y los cambios en los reglamentos del CES y CACES? Más allá de la multitud de objetivos, muchas veces contradictorios o meras declaraciones populistas sin fundamento, existe una urgencia a la que dicha ley debe responder y con ella el sistema de educación superior: la eficiencia en el cumplimiento de su misión institucional.
El problema de eficiencia no es un problema acerca de que profesores con PhD estén o no al frente de una institución. Si se vive una época en que las instituciones cuentan con grandes recursos económicos, sus responsables deben ser capaces de administrarlos y no de emplearlos solo en gasto corriente. Si es una época de escasos recursos, y en esa vivimos, la eficiencia es la garantía de la supervivencia. Supervivencia de la docencia, la investigación y la vinculación para ser ortodoxos. Y por supuesto, la autonomía universitaria. El exceso de controles lleva a la parálisis o, como decía un alto funcionario estatal, a favor de la desregularización de la normativa del sistema financiero, a la corrupción.
En este sentido, la flexibilidad académica, la eliminación de procedimientos interminables, son indispensables para ser eficientes, sea para la cobertura (los 200.000 bachilleres que no pueden ingresar a las universidades), sea para la investigación cuya productividad e impacto deben ser evaluadas más allá de los consoladores porcentajes de crecimiento en el número de publicaciones.
El sistema de educación superior del país se encuentra en transición hacia una mayor cobertura que se ha revelado en los últimos años como una necesidad imperiosa. Así se entienden las aprobaciones de carreras con mil alumnos para determinadas universidades, cuando antes se limitaba el número de paralelos y de estudiantes por cohorte.
Pero la eficiencia no se limita solo a ofrecer más cupos, sino a garantizar, mediante la calidad académica, el acceso al empleo.