Actualidad

Cambio en el perfil

Mientras el Siglo XXI trastabilla confuso entre la bruma del desconcierto y la incertidumbre, la educación avanza en cambio sobre lustros que van dejando cada vez más claro cuál ha de ser la función del educador que necesitamos. Y es que el instruccionalismo como nunca, se va alejando y abandona a la razón de ser de la educación.

El aprender por aprender va haciéndose a un lado, pues es cada vez más claro que el conocimiento puede ser adquirido por el ser humano en cualquier momento y en cualquier parte.

Hoy se aprende para trabajar con el conocimiento, antes que para adquirirlo. Hoy se aprende para inventar conocimiento, antes que para repetirlo. En fin, lo que la educación hoy busca desarrollar en el hombre es algo más que convertirlo en una bodega de datos, fechas, cifras que repetir o replicar.

La educación que debemos sembrar en los niños y jóvenes que formamos debe ser dada, antes que por genios que reemplacen a las enciclopedias, por sabios que en un momento determinado puedan escuchar, atender, entender, sugerir, aconsejar, ejemplificar. Así los profesores hoy deben preocuparse por ser más humanos que científicos, más consejeros que intelectuales, más indagadores del futuro que excavadores del pasado.

El profesor hoy tiene la obligación de cambiar, para estar permanentemente junto al alumno constituyendo ese binomio especial que le da sentido al hecho educativo, debe ser el provocador de respuestas, el indagador de ingenios, el arquero de la imaginación. Su sexo, su raza, no importa tanto como su profesionalismo, el que se reconocerá cada vez más por lo que haga que por lo que sepa.

El alumno, centro del hecho educativo, reclama cada vez más a su lado a un profesor que camine junto a él, que le induzca en la curiosidad, que le incite al descubrimiento. El repetidor de verdades ajenas ya tantas veces dichas a lo largo de los siglos, no tiene cabida en la docencia que hoy se requiere, hay que enseñar al alumno a mirar hacia adelante, a buscar, a caer, a sufrir, sabiendo que al levantarse se va a estar cada vez más cerca de la verdad y la certidumbre.