El calvario de los viejos

Los viejos jubilados duermen a la intemperie en los exteriores de la Asamblea, palacio donde muebles lujosos contrastan con las carpas de lona maltrecha. Aquellos viejos dedicaron sus mejores años y esfuerzos a servir al país y soportaron los descuentos mensuales de sus pobres salarios con la esperanza de morir con alguna dignidad. La vejez ‘es el último periodo de la vida de una persona, que sigue a la madurez’ y quisieran pensar como Pitágoras: “Una bella ancianidad es ordinariamente la recompensa de una bella vida”, o declamar como Saramago: ¿Que cuántos años tengo? / que importa eso / tengo la edad que quiero y siento. Ahora los jubilados presionan al ministro de Finanzas, que se defiende diciendo que ha pagado $ 653 millones de la deuda de $1.200 que heredó del gobierno anterior. En agosto de 2015, cuando se anunciaba paro nacional, entre otras cosas porque de ahí en adelante se pagaría las pensiones jubilares como estaban vigentes en 2009 y se decretaba la supresión del 40 % del monto obligatorio del Gobierno, un nutrido grupo de jubilados se opuso al paro argumentando que “el IESS está al día en sus pagos, tanto que cobramos anticipadamente” (¿). Eran los tiempos en que se obligó al IESS a comprar $8 mil millones de bonos sucios, aquellos con que se quiere pagar ahora la deuda. Los viejos merecen respeto; hay que devolverles sus descuentos o seguirán cantando en las carpas: “En vida que nos pagaran, de muertos ya para qué”.