Autoridad y obediencia

La vida es un don y sus frutos son la paz y la libertad.

Obedecer es hacer la voluntad del que manda, es un valor fundamental no solo de la familia que es la célula base de la sociedad.

Cuando la autoridad gobierna con malas intenciones, el mandatario y sus funcionarios se convierten en unos dictadores, y la única forma de hacerse obedecer coaccionando a su pueblo es usando la violencia y el temor.

Cuando el que manda lesiona el derecho, cesa la obligación de obedecer.

El que obedece conserva su libertad y su capacidad de juzgar; si obedece una ley injusta, él mismo es injusto sin ninguna excusa.

El principio es que debemos obedecer primero a nuestra conciencia, y el principio más alto todavía es obedecer a Dios, que a los hombres.

Cuando obedecemos por miedo perdemos nuestra libertad, y caemos en el sentimiento de la esclavitud.

Cuando obedecemos para nuestro bien, o el bien común, tenemos la obediencia completa y nuestra libertad queda intacta y no lesionada.

Señores gobernantes de nuestro país: apliquen las leyes a conciencia y así evitaremos el caos nacional.

Javier Valarezo