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El arte que da vida al cementerio de Tulcan

Los buenos maestros hacen que el aprendiz lo superen y eso es lo que hizo José María Franco, quien inició las esculturas en verde hasta su muerte en 1985, cuando su hijo Benigno Franco y Lucio Ramón Reina continuaron el arte de hacer figuras en los árb

El mármol se embellece con el verdor. En la parte moderna del cementerio de Tulcán, de la provincia de Carchi, el mármol se embellece con el verdor de los ciprés. En las tumbas se tallan réplicas de iglesias u otras figuras.

Los buenos maestros hacen que el aprendiz lo superen y eso es lo que hizo José María Franco, quien inició las esculturas en verde hasta su muerte en 1985, cuando su hijo Benigno Franco y Lucio Ramón Reina continuaron el arte de hacer figuras en los árboles de ciprés.

Lucio tiene 72 años, ya está jubilado, pero le gusta estar en el cementerio para contar la historia de las esculturas a los turistas. Él dice a Diario EXPRESO que los árboles que encantan con su verdor fueron sembrados en 1936.

Recorrer el cementerio de mano de Lucio es como ver crecer los árboles y cómo estos toman vida con las figuras.

En el camino ve una figura con los ojos caídos e indica que significa la tristeza. Pero, a un costado está uno con los ojos rectos y señala que es la alegría.

Lucio entró a trabajar en 1966 y dedicó 43 años de su vida a elaborar más esculturas en árboles. El Municipio le encargó continuar poblando de las figuras el cementerio.

Así que se dedicó a sembrar más árboles a partir de 1987. Él hizo unas 200 esculturas inspirado en las figuras precolombinas. Como un buen creador recuerda el nombre de cada obra y cómo la hizo.

Como anécdota, dice que se inspiró hasta en el billete de 1.000 sucres. Para él, la moneda ecuatoriana vive en el cementerio de Tulcán, porque allí está la escultura de Rumiñahui.

Lucio relata que para hacer una escultura en verde, el árbol debe tener por lo menos tres años de sembrado.

Para hacer una escultura se pueden necesitar hasta 10 años, por lo que se requiere de otras manos. Por lo tanto, él es el creador de la figura, pero más de cinco ayudantes adelantaban el trabajo con tijera en mano.

Las figuras se podan cada cinco meses. Hoy, son los ayudantes los encargados de mantener el arte vivo.