Se recomienda evaluar a los pequeños cuando la relación con estas figuras interfiera en sus actividades académicas.

Los amigos imaginarios son un problema

Los expertos coinciden que estos personajes pueden hacer que los niños mejoren la creatividad y la empatía.

En el transcurso de la infancia los pequeños disfrutan de largas horas de juego, de manipular algún dispositivo electrónico e incluso comparten su jornada diaria con un amigo imaginario.

En algunos casos, estos personajes pueden causar un poco de temor y preocupación a los padres, debido a que no saben cómo sobrellevar esta situación.

Una investigación realizada por la Universidad de Washington y la Universidad de Oregón, determinó que dos de cada tres niños (de cuatro a siete años) tienen amigos imaginarios.

Además, el estudio señala que la tercera parte de los infantes en edad escolar lo seguía teniendo y que el 70 % de los 152 niños participantes eran hijos únicos o primogénitos.

Para la psicóloga Mónica Llanos, estas cifras se acercan mucho a los niños ecuatorianos. Sostiene que la creación de amigos imaginarios podría ser normal porque “es la característica innata del proceso de desarrollo del pensamiento de los niños dando lugar a la fantasía”.

La también orientadora familiar precisa que la invención de estos personajes no se presenta en todos los infantes y, por lo general, se originan cuando existe el estímulo al desarrollo de la fantasía por parte de los padres o “un mecanismo de defensa de la mente del niño ante situaciones críticas que puede estar experimentando, soledad, abandono (físico o emocional), entre otras”, acota.

¿Pero cómo pueden los padres participar en este proceso? Entre las recomendaciones destacan: no regañar a los niños, observar que esta relación no sature su convivencia familiar o se aleja de sus amigos reales para jugar.

“Podrían crear rupturas”

“El promover los amigos imaginarios podría crear una ruptura con la realidad que vive el niño”, es el principal comentario que formula la psicóloga clínica Mónica Llanos. Sin embargo, ella reconoce que el origen de estos personajes en la infancia de los pequeños es “normal, aunque no se da en todos los niños”, comenta. Entre los resultados positivos de esta situación, la especialista menciona que se estimula el desarrollo de la fantasía, adquieren más confianza, controlan más sus emociones, entre otros. Llanos hace énfasis que los padres deberían tomar medidas cuando los ‘amigos’ empiezan afectar las relaciones interpersonales reales de los infantes. Ante ello, la especialista considera que “no promuevan este tipo de relaciones si no fortalecer las relaciones afectivas con los miembros de la familia y con otros niños de su edad”.

“Es normal y positivo”

La psicóloga educativa Toyi Espín de Jácome, califica como “normal y positivo” que los niños, dentro de los tres y ocho años, tiendan a usar su imaginación para crear nuevos amigos. Espín comenta que, al igual que otros especialistas, el poder de imaginación y fantasía de los pequeños, ayudan a potencializar mejor su creatividad por las cosas. “Esto se ve reflejado en la etapa de la adolescencia, es por eso importante que los padres y docentes canalicen, dirijan y potencialicen bien esta característica muy particular que se da en estos niños y niñas”, sostiene.

No obstante, la también terapeuta familiar expresa que estas figuras “así como llegan luego se desaparecen”.

Añade que esto se logra cuando los infantes ya tienen una edad donde prevalece la razón, donde su pensamiento es más lógico y racional.

“Dependerá también después de que el niño o niña empiece a relacionarse socialmente con sus pares”, dice.