El agujero tributario

Con el fantasma de la subida de impuestos siempre sobrevolando unos presupuestos que cada año necesitan más recursos para mantener una economía que crece en deuda y no en dinamismo, aparecen las voces disonantes, los escépticos de entregar más dinero a los gobernantes que fijan la política económica y los inconformes con soportar mayor carga tributaria. Con razón.

Sería ideal que en un país con un excesivo tamaño del Estado, se utilizase con eficiencia a la burocracia. No haría falta inquietar a ciudadanos, emprendedores y empresarios con eventuales alzas de impuestos si los organismos encargados de la recaudación tributaria y los vigilantes del adecuado cumplimiento de las obligaciones con el Fisco ejecutaran a cabalidad sus funciones. Esto es, si la base de contribuyentes se ampliase y abarcase a todos los que, a juzgar por el nivel de vida que disfrutan, claramente deberían pagar impuestos.

Pero Ecuador tiene políticos, candidatos electorales, representantes de gremios, líderes sociales y étnicos y un sinnúmero de personajes bien colocados económicamente que, sin embargo, no están a la misma altura en cumplimiento de obligaciones tributarias. La fórmula es simple y justa: en lugar de mayores impuestos, más contribuyentes.