Esa administracion de justicia

visitar las provincias y conversar de esto y aquello con los amigos y con los taxistas (también amigos algunos de ellos, que en razón de la crisis tuvieron que abandonar su ejercicio profesional para dedicarse a recorrer las calles de su ciudad buscando pasajeros), resulta tan grato como antes pero, tiene variables negativas que incomodan.

Es grato, en efecto, ir de Latacunga hacia Ambato por magníficas carreteras, que espero que la ruda inspección permanentemente realizada por “el ingeniero Aguas” no destruya, como está haciendo con otras en diversos lugares del país. Es satisfactorio encontrarse en las calles de las ciudades visitadas con viejos conocidos que paran un instante su agitado caminar para rememorar o inquirir y, también para contar sobre la marcha de las ciudades, por voluntad espontánea o en razón de mis requerimientos.

En el presente cañonazo resultaría imposible abordar las más llamativas y por eso solo reseñaré la más frecuente, obviando, por ser demás conocida, la invariable queja sobre la magnitud de la crisis que, en mayor o menor magnitud, a todos aflige. Eso lo sabe y lo siente todo el mundo. Se quejan de ella los profesionales, los comerciantes, los libreros, los hoteleros, los taxistas y hasta los betuneros.

Lo que en cambio, siendo menos frecuente, no deja de generar comentarios en muchas de las ciudades visitadas, y es inadmisible, es la mala calidad en la administración de la justicia y las dificultades que atraviesan los abogados en el desempeño de sus actividades profesionales.

Viejo problema. Ni remotamente quiero atribuirlo a los actuales responsables de velar por su correcta aplicación, sin vendas caídas ni balanzas inclinadas tramposamente pero, dado que de la justicia dependen la libertad, la honra y el disfrute de los bienes honestamente adquiridos, es bueno dar a conocer los abusos de los que se conoce en razón de comentarios o denuncias, obviamente con el cuidado que la reputación ajena amerita.

Ahora he visto con estupor el reclamo sobre el tema: médicos cubanos. Y Fausto Cabrera me ha hecho saber de otra injusticia.

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