Los silencios son inadmisibles

Las autoridades locales y nacionales deben responder con claridad y prontitud a los reclamos del pueblo, que entregan sus aportes en impuestos para que se hagan obras.

El constante irrespeto de las autoridades a la ciudadanía, que no recibe respuesta a sus recurrentes reclamos de obras y servicios, es inadmisible en cualquier escenario, sea este local o nacional.

El deber de los funcionarios públicos es servir al pueblo y no aprovecharse de los puestos que ocupan para engordar sus bolsillos. La política no puede ser el instrumento para llegar al poder a atracar las arcas públicas. No se trata de recursos privados de libre albedrío sino de dineros que provienen de los ecuatorianos que entregan sus aportes al Estado a través de impuestos para que les sean devueltos en obras y servicios.

El Ecuador debe empezar a repensar la política porque las formas del ejercicio actual desmedran a quienes la ejercen porque anteponen sus intereses personales a los de la colectividad.

Las investigaciones de corrupción recién abiertas, que involucran a exministros de Estado, desnudan la incapacidad gubernamental para designar a personas calificadas en los cargos. Los anónimos no deberían existir en un país como Ecuador, en el que no se censura ni se discrepa. Los silencios, a los que el país está acostumbrándose, también son cómplices de la corrupción y de la gravísima situación de inseguridad que existe en el país. Eso tiene que cambiar.