Un país a media asta
Vivimos una inaceptable situación, derivada del irresponsable comportamiento de actores políticos fundamentales
No es aceptable nunca, peor todavía cuando van cumplirse doscientos años de vida independiente, mantener un país a media asta. ¿A qué se alude? A que se mantiene, hace ya largo tiempo, un contralor encargado que remplazó a otro transitorio, ahora enjuiciado. Es evidente que sus funciones, trascendentes para la vida republicana, y en general las de la denominada función de Transparencia y Control Social atraviesan una condición que revela que no fue una buena idea pretender superar al autor de El espíritu de las leyes, creando nuevas funciones del Estado. La mencionada función está integrada por: el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, en permanente crisis a partir de una vergonzosa disputa producto del juego de los intereses que pugnan por su control y los nombramientos que le competen en ánimo de garantizarse impunidad; la Defensoría del Pueblo, también con defensor encargado luego de bochornosos sucesos que es preferible ahorrárselos a la memoria de los lectores; la Contraloría General del Estado, cuya situación ya ha sido sintetizada. También la Función Electoral tiene consejeros con funciones prorrogadas y la Función Judicial aún no designa al titular del Consejo de la Judicatura. La falta de espacio impide abundar. Así no podemos seguir.