Miedo a contratar
Además de ralentizar el funcionamiento del Estado y la prestación de servicios públicos, el temor de funcionarios y de proveedores a firmar contratos por miedo a ser observados por Contraloría muestra la normalización de pautas irregulares.
Nadie quiere estampar su firma en un contrato con el Estado. Ni los funcionarios dentro de las instituciones públicas ni los proveedores de materiales o servicios fuera de ellas. El miedo a ser observados y señalados por mal manejo de recursos y terminar dentro de un expediente de la Contraloría retiene la contratación pública. Y eso, en cadena, deja descubiertos en servicios básicos.
Pero más allá de complicar el funcionamiento de la Administración Pública y la atención a los ciudadanos que pagan impuestos, pero no reciben servicios oportunos y adecuados, ese miedo revela una pauta de comportamiento. Si todo lo contratado por el Estado fuera limpio y recto, nadie debería tener miedo a dejar su firma como contratante o contratista.
La paralización habla de un sistema que ha normalizado los tratos de favor, los avisos privilegiados de información, el pago de esos favores y el uso sin medida precisa del presupuesto del que nadie quiere dejar constancia.
El miedo no es a un sistema de control que, además, ni siquiera es tan exhaustivo como debería. El temor es a no saber distinguir la línea que separa la rectitud de la pautas corruptas.