No a la guerra criminal
Tan abominables son los ataques a los patrulleros y UPC como las acciones de corruptos disfrazados de políticos que quieren llegar al poder en medio del caos
El mensaje de terror, que los criminales quieren enviar a la sociedad al atacar a una mujer en una patrulla, es que ni la Policía puede detenerlos en su afán de controlar el país, y eso no pueden aceptarlo ni permitirlo ni las autoridades nacionales y locales, ni la fuerza pública ni la población.
Todas las instituciones del Estado, entre las que están la Policía y las Fuerzas Armadas, pero también los gobiernos locales y las diversas funciones del Estado, deben responder con contundencia unificada a la guerra declarada porque su función fundamental es proteger a la población ecuatoriana.
Son los ciudadanos, en parte, los que deben salir en defensa de las acciones policiales y militares, porque darles la espalda, en la actual situación de violencia criminal, tampoco es una opción que ayude en la lucha contra el crimen organizado.
Tan abominables son los ataques a los patrulleros y a las UPC como las acciones de los corruptos, disfrazados de políticos, que intentan llegar al poder para allanar el camino de los violentos. El país tiene que unirse para derrotar a la criminalidad y la corrupción que buscan la tutela de quienes, con componendas, quieren apoderarse del dinero de las arcas fiscales.