Editorial | La gallardía de unos jueces

La política pretendiendo entremeterse en la justicia no es, pues, cosa que se produzca solo entre nosotros

El fiscal general español fue declarado, el pasado jueves, autor de un delito de revelación de datos reservados que estaban en poder de la Fiscalía en el marco de una investigación. Según la acusación, eso sucedió en perjuicio de la pareja de la presidenta de la Comunidad de Madrid, opositora del Gobierno. El fallo provino de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, imponiéndole inhabilitación especial para el ejercicio del cargo lo que, en los hechos, implica su inmediata cesación.

Si de por sí la condena resulta ya muy grave, pues confirma la utilización de una entidad como la Fiscalía para alcanzar objetivos políticos, lo que la aleja totalmente de la legalidad, peor fue que el presidente del Gobierno, en entrevista publicada pocos días antes de que se anuncie el fallo, haya proclamado la inocencia del fiscal procesado. Se trató de un inaceptable intento de interferir en la decisión de los jueces, que en enhorabuena quedó frenado a raya por una actitud digna e independiente de los magistrados.

La política pretendiendo entremeterse en la justicia no es, pues, cosa que se produzca solo entre nosotros. La diferencia está en la gallardía con la que se responde ante semejante nefasta conducta. Es hora de que nuestros jueces sigan con altivez ese buen ejemplo de sus pares en España.