Editorial | IESS: silencio cómplice

El saqueo al IESS no solo perjudica a los afiliados. Los empresarios también financian, con sus aportes, la corrupción

Los empresarios ecuatorianos guardan un silencio cómplice frente a los atracos que desangran al IESS. Y no se trata de un robo ajeno: son sus aportaciones patronales, junto con las de sus empleados, las que en parte alimentan a las mafias enquistadas en la seguridad social. El dinero que debería garantizar salud, jubilaciones dignas y medicamentos oportunos termina engordando fortunas privadas, pagando facturas infladas a prestadores externos, acumulando medicinas que caducan en bodegas y cubriendo sobreprecios en equipos que rara vez funcionan a su real capacidad.

Frente a este saqueo sistemático, los presidentes y gerentes de las compañías tienen tanto derecho y deber como los trabajadores a levantar la voz, porque las pensiones, la atención médica y la estabilidad del sistema se sostienen también con el dinero que sale de sus cuentas. El silencio de las cámaras empresariales, en lugar de proteger sus intereses, las hace partícipes de la impunidad.

Si los empresarios no reaccionan, no solo traicionan a sus empleados, sino a sí mismos. No pueden seguir figurando como víctimas de un Estado ineficiente y corrupto, mientras toleran que sus propios recursos sean saqueados. La defensa del IESS es también la defensa de sus aportes. Guardar silencio es renunciar a ese derecho.