Editorial | Hipótesis y verdades
El periodismo legítimo e imparcial es un baluarte de la democracia y de la libertad de los pueblos
Que el gobierno nos persiga por realizar investigaciones y sacar a la luz la corrupción en sectores como la salud o el energético, en lugar de dirigir sus esfuerzos a desentrañar tan graves denuncias, ir en busca de los responsables para sancionarlos y emprender acciones para poner fin a los desfalcos, sería un despropósito. Que este mismo gobierno enfile cañones contra un abogado que preside el Consejo Editorial de EXPRESO, refiriéndose a él peyorativamente a través de su vocera oficial, buscando quizá ejercer presión sobre la Función Judicial en un proceso en curso, es un dislate, sobre todo si la denuncia sobre la existencia de una red de empresas fantasmas que comercializan oro, trabajo investigativo de un laureado periodista ecuatoriano, publicado también por este Diario, no generase siquiera la solicitud de esa información por parte de las autoridades de control para poner fin a su operación y así salvaguardar los recursos mineros del país y penalizar a los implicados.
El periodismo legítimo e imparcial es un baluarte de la democracia y de la libertad de los pueblos, no un enemigo de los gobiernos. Es un portavoz de las aspiraciones y necesidades de la sociedad, y un buscador incansable de verdades y de los hechos y las evidencias que las sustentan. Un gobierno asentado, sobrio y transparente nunca vería en él una amenaza, sino más bien a un aliado en la defensa de la nación.