En cualquier parte del mundo, la actividad empresarial está acompañada de un conjunto de desafíos, pero en Ecuador estos retos adquieren una dimensión particularmente aguda, porque se enfrentan a un entorno operativo plagado de obstáculos que van desde infraestructuras deficientes hasta un marco fiscal asfixiante, pasando por problemas de seguridad que minan el espíritu progresista y amenazan la viabilidad de los negocios.

La falta de servicios básicos confiables, como es el suministro eléctrico y el agua, afecta no solo la eficiencia operativa sino también la capacidad para planificar y ejecutar estrategias de crecimiento a largo plazo, porque genera incertidumbre, merma la productividad y eleva los costos operativos al obligar a los empresarios a buscar soluciones alternativas, como generadores privados.

En el país urge la implementación de políticas públicas integrales que trasciendan los gobiernos de turno, que pongan fin a las extorsiones y otro tipo de delincuencia, que no solo desgastan los recursos sino que desincentivan la inversión local y extranjera. Y eso incluye a la infraestructura vial, que por el mal estado actual complica la logística y el transporte, elementos vitales para la operación de cualquier negocio, especialmente en sectores como la manufactura, la distribución e incluso el turismo.