Depuración de la política ecuatoriana
Los partidos políticos y sus dirigentes deben demostrar que sus organizaciones son capaces de dar un vuelco total
Los niveles a los que ha llegado la política en el país son vergonzosos. No solo por las peleas estériles, intrascendentes e indecorosas entre gobernantes de las más altas jerarquías, sino por los delitos y escándalos de corrupción que han develado realidades que se sospechaban hace tiempo. Por eso la depuración tiene que ser general en toda la clase política ecuatoriana y los ciudadanos tienen que alzar la voz para exigir que esa purga sea inmediata y real.
El Ecuador no puede olvidar al régimen que gobernó durante una década y que elogiaba a sus principales cabezas pese a que se les evidenciaban actos de corrupción. Como respuesta a ello, en lugar de imponerles sanciones creó figuras como la “responsabilidad política” para evadir así procesos penales. El país tampoco puede pasar por alto la sentencia a un importante miembro de un partido político que por largos periodos administró Guayaquil. La ciudadanía merece una explicación por parte de su líder, que simplemente ha guardado silencio.
Frente a esta descomposición generalizada, los partidos políticos y sus dirigentes deben demostrar que sus organizaciones son capaces de dar un vuelco total, y que el hacer política dejará de ser sinónimo de negociaciones y conveniencias. No más partidos de alquiler ni ejecutores de complots contra el gobierno de turno, sino organizaciones serias, al servicio de la ciudadanía.