Dejemos la candidez

La situación que se vive tiene aterrorizada a la ciudadanía por lo que se requiere decisión política y un plan estratégico diferente

La criminalidad en Guayaquil está imparable y las autoridades nacionales y locales han optado por hacer lo mismo que antes no funcionó: cambiar al comandante general de la Policía Nacional y disponer el patrullaje militar. Pierden tiempo en ejecutar la misma vieja receta, sin ningún cambio significativo, sin considerar que lo hecho antes no ha servido para lograr seguridad ni ha bajado los índices de violencia. De nada sirven los patrullajes militares si la fuerza pública no tiene, por mandato constitucional, las facultades para actuar en determinadas situaciones. Es mayor el gasto económico en combustible, vehículos y otros, que los beneficios que se obtendrán.

La situación que se vive tiene aterrorizada a la ciudadanía por lo que se requiere decisión política y un plan estratégico que permita, por un lado, combatir a las mafias y, por otro, proporcionar a la población las herramientas necesarias de autoprotección. Dejemos de ser cándidos, de pensar que se van a obtener resultados distintos aplicando medidas que ya han fracasado. Urge cambiar la estrategia, de lo contrario el país va a seguir postrado, dominado por la delincuencia. Autorizar la tenencia de armas es una opción. Pero hay muchas otras, como el contar con guardias de seguridad privada altamente capacitados.