En defensa de Cerro Blanco

'Es imperativo que la planificación municipal sea especialmente rígida al considerar aspectos ambientales de los proyectos que estime necesario desarrollar’.

Una gran estulticia, injustificable aun en los cánones de la época en que así se procedió, tumbó los hermosos cerros que rodeaban, como un especial regalo de la naturaleza a Guayaquil, y los echó sobre algunos de los brazos de mar que, penetrando a la ciudad que los había invadido, le otorgaban espejos de agua que hubiese sido de alto costo construir. Por eso, en temas inherentes a la protección del medio ambiente ahora los habitantes de la urbe huancavilca son especialmente sensibles. Y siendo Cerro Blanco una zona protegida de 6.087 hectáreas, que conserva lo que de la típica flora y fauna de los bosques secos aún queda, la noticia de perforarlo para dar paso a unos túneles genera gran inquietud en quienes han hecho esfuerzos sostenidos y denodados por preservarla intacta.

Sin duda, la planificación municipal del desarrollo y la planificación en general, no pueden darse sin contar, a más de con cuidadosos estudios técnicos, con la voluntad ciudadana que consienta en ello. Recuerden los administradores de elección popular que el mandato que se les otorga con el sufragio no es patente de corso ni cheque en blanco. Solo una planificación participativa adhiere a los ciudadanos a los afanes de su municipalidad, lo cual debería considerarse como un factor ‘sine qua non’.