El alto costo de la falta de planificación
Suficiente tiene el pueblo con pagar la obra pública para que también tenga que tolerar la falta de planificación que va en contra de sus finanzas.
Cuando la falta de planificación de la obra pública impacta en la economía de las familias o negocios del sector de intervención, como ocurre en la calle Guayacanes, de Urdesa Central (Guayaquil), el gobierno municipal debería pensar en cómo resarcir el daño causado.
Pero no solo que no se los exime del pago temporal de impuestos a los dueños de los inmuebles afectados, sino que en el futuro se les cobrará valores adicionales por las mejoras realizadas, como si el impacto de construirlas, con atrasos de obras y tiempos por fuera de los proyectados, tuvieran que pagarlos quienes tuvieron la quiebra de los negocios o el cierre de estos, por la imposibilidad de abrirlos.
Construir obras, para dejarlas inutilizadas por meses, como es el caso de la troncal 4 de la Metrovía, es otra muestra de la desidia con la que se trata a la población porteña.
Hay que ponerle un alto al irrespeto de la autoridad que se cree con el derecho de afectar al ciudadano con obras públicas que sepultan el progreso porque no han sido bien planificadas o han quedado abandonadas. Los dueños de propiedades y negocios bien podrían reclamar por la afectación de sus economías.