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Fin de ideologías y muerte de las ideas

Avatar del Willington Paredes

En la esfera pública de la sociedad, donde se expresan y actúan la política y los políticos, es evidente que existe una real “muerte de las ideas”.

Al publicar Francis Fukuyama El fin de la historia y el último hombre (1992) se creó un error de análisis: el fin de las ideologías. No se refería a las formas ideológicas que, como representación, crean las sociedades. Solo describía la confrontación liberal y socialista-comunista por la caída del Muro de Berlín. Antes, Karl Mannheim en Ideología y utopía (1936) buscó una hermenéutica de las ideologías.

Hoy no estamos ante las ideas de Mannheim o Fukuyama. En la esfera pública de la sociedad, donde se expresan y actúan la política y los políticos, es evidente que existe una real “muerte de las ideas”. Lo que hay es que líderes, partidos, organizaciones y candidatos solo tienen intereses personales y no ideas vivas, con base doctrinaria, que puedan orientar los destinos de las sociedades, con programas-acciones que resuelvan situaciones críticas. Evidencias hay. Están en las ‘ideas’ y actuaciones políticas de Donald Trump, Vladimir Putin, Boris Johnson, Kim Jong-un. En Latinoamérica: Chávez, Ortega, Maduro, Cristina Fernández, López Obrador, etc. En el Ecuador macondiano sobran ejemplos, figuras y acciones de políticos. Hay muchos en la fábula diversa de caudillos, líderes y asambleístas mafiosos.

Si nos atrevemos a realizar una hermenéutica del presente diríamos que las verdaderas ideologías-políticas, con sustento doctrinario, seguirán vigentes. Pero solo mientras la política se la entienda como propuesta y acción activa de la libertad. Lo que hoy se da, en buena parte del mundo, Latinoamérica, y especialmente en el Ecuador paradójico actual es una grave muerte de las ideas. En efecto, los actuales partidos, organizaciones, políticos y asambleístas lo que muestran es una carencia total de ideas (o sea de un conjunto de racionalizaciones que se plasman en propuestas, programas y acciones que resuelvan los problemas de hoy). Esto pasa aunque ellos digan ser de izquierda, derecha, liberales, centristas, demócratas, etc. Incluso revolucionarios. Lo cierto es que en su decir y hacer no hay ideas con sustento doctrinario. Hoy nos atormentan políticos con profunda miseria doctrinaria, incapaces de comprender y resolver los graves y actuales problemas que aquejan al país hoy. ¿Valen algo especímenes así?