2020: bicentenario, memoria y libertad

El 2020 es el año del Bicentenario de la Independencia de Guayaquil. La rememoración de este proceso-producto histórico, político, ideológico y ciudadano debe ser un ejercicio de revalorización y reposicionamiento de su memoria política y cívica. Pertenece a ella, no como un relato escolar sino como la conquista del más alto valor moral de los pueblos: la libertad, pues en octubre de 1820 la ciudad, provincia y el Litoral cambiaron su rumbo histórico: realizaron la revolución para conquistar la libertad política. 

Para Guayaquil y la ciudadanía el ejercicio de rememoración es un proceso de fortalecimiento de su memoria histórica y sociopolítica. La celebración debe ser entendida, asumida y realizada como acción ideológica-política, ya que el sustento esencial y el escenario de la libertad, en cuanto bien moral, es la política. Por esto su celebración es política pues como evento histórico atañe a la política antes que a los obeliscos. Su bicentenario no debiera ser ganado solo por la corriente monumentalista. Debe estar centrado y concentrado en un ejercicio individual y colectivo de repensar los avatares de su libertad. Significa adentrarnos en una profunda racionalización de la memoria política guayaquileña para revalorizar su producto: la libertad política. Esto supone que los distintos actores, institucionales e individuales, se pregunten y respondan cuál ha sido el uso, enriquecimiento y destino que hemos dado a sus tres principios fundamentales que definen ese acontecimiento histórico: independencia, libertad y autonomía. 

Esperamos que los diferentes actores sociales, institucionales y sociopolíticos que participarán en su celebración no abandonen el terreno de las ideas políticas y no se concentren únicamente en la impresión visual por la erección válida de nuevos monumentos. Su mejor rememoración debe comenzar por publicar las obras completas de Olmedo, Rocafuerte y otros importantes estudios sobre esa época: de Julio Estrada Icaza, Fazio, etc.

Ojalá las distintas instituciones educativas, colegios de profesionales y universidades no sigan siendo mudos partícipes de este importante acontecimiento histórico que, con la revolución y la libertad cambió el rumbo de Guayaquil y del país.