Columnas

Las epidemias en Guayaquil

Por esto las prácticas “indisciplinadas” y de “irresponsable” liberalidad en varios sectores sociales de ellas evidencian aspectos constantes de una “singular cultura” de una ciudadanía que no se muestra como tal.

La pandemia de coronavirus ha producido grandes efectos en Guayaquil y su provincia. No es la primera, ni será la última. La ciudad-puerto y Guayas tienen una larga historia de varias de ellas, cuanto de sus consecuencias. Hay diversos relatos y crónicas, historiográficas y periodísticas, que dan cuenta de tiempos, circunstancias y pérdidas humanas que dejaron. La primera, de viruela y sarampión, vino con los colonizadores. No hay estadísticas de esos resultados. Los cronistas dicen que fueron severas en las sociedades indígenas. Otra fue la peste negra, que dejó centenas de muertos. La más grave fue la fiebre amarilla. Hubo algunas etapas: 1740, 1842, 1867, 1880 y 1918. 

De estas epidemias, la de más grave repercusión fue la de 1842-1843. Mató a 2.454 personas, el 14 % de la población urbana de ese momento y estuvo presente hasta inicios del siglo XX. Un prestigioso médico japonés, Hideyo Noguchi, y su equipo contribuyeron a la solución de sus efectos. También la asedió con resultados graves en 1918. Además, hubo otras como la gripe española, 1991; cólera, 1995; dengue hemorrágico, 2002; dengue y paludismo; y en 2009-2011, AH1N1. Están en la memoria de los guayaquileños del presente.

Sin embargo, en cada una de ellas los diferentes sectores socioeconómicos de Guayaquil han mostrado variadas actitudes y conductas sociales e individuales. De igual manera los hospitales de la Junta de Beneficencia (no los públicos porque solo existieron recién desde 1972). Con el dengue y el cólera fue difícil para médicos, salubristas y epidemiólogos “convencer” y “disciplinar” a la población guayaquileña para que asuman comportamientos de cuidado y protección. 

Por esto las prácticas “indisciplinadas” y de “irresponsable” liberalidad en varios sectores sociales de ellas evidencian aspectos constantes de una “singular cultura” de una ciudadanía que no se muestra como tal. Esto lo que dice es que en Guayaquil y su zona de influencia el proceso de construcción ciudadana (como hombres y mujeres responsables y cumplidores de deberes y derechos) están aún en su momento inicial. Será esta una tarea para maestros, padres de familia, líderes y medios de comunicación de la ciudad y la provincia.