Futuros comandantes de Guayaquil

Yo creo que muchas veces el poder cambia a la persona y la convierte en otra. Pero también pienso que sin adaptabilidad no hay desarrollo.
En la universidad tuve un profesor que estudiaba primordialmente historia romana y griega, y específicamente su ejército.
Él creía que el ejército de una civilización podía decir mucho, no solo sobre su poder sino también sobre su estructura gubernamental.
Este profesor tenía una teoría: que a partir de los primeros años de la República romana, el mando provincial no era un concepto uniforme fijado en derechos positivos, sino más bien un conjunto dinámico de ideas formadas por la práctica tradicional.
Por lo tanto, a medida que crecía el Estado romano, los conceptos de autoridad, control sobre territorio y poder militar sufrieron una transformación continua.
Pero, ¿qué fue diferente de los romanos? Probablemente su adaptabilidad. Esta adaptabilidad fue un gran recurso para los romanos, ya que les permitió responder a los nuevos desafíos militares de una manera efectiva.
Al mismo tiempo, fue una fuente de conflicto sobre los roles y definiciones del poder.
De la adaptabilidad surgieron políticas populares que permitieron el desarrollo de hombres como Pompeyo y César, que utilizaron su influencia para manipular las tradiciones flexibles del mando militar en beneficio propio.
Augusto, por ejemplo, usó los comandantes provinciales para apaciguar al Senado mientras él concentraba el poder militar y gubernamental para así tener poder supremo.
Hay un cita que siempre repetían mis profesores: “la historia se repite”.
Veo muchas similitudes entre nuestra situación actual y problemas evidenciados en la República romana.
Los problemas que vivimos como comunidades son similares, el beneficio propio y la codicia han sido un aspecto siempre presente en hombres con poder.
Yo creo que muchas veces el poder cambia a la persona y la convierte en otra. Pero también pienso que sin adaptabilidad no hay desarrollo.