La burbuja
No se puede construir un proyecto personal de futuro sin recelo a que se vea truncado por cualquier contingencia nacional. Y nadie escucha
Habrá muerte cruzada o no habrá muerte cruzada. Habrá nueva mayoría en la Asamblea o habrá ingobernabilidad por más meses. Se hará el correísmo con el control del Consejo de Participación Ciudadana para luego cambiar a todos los cargos de control del país o se lo impedirán las maniobras del Gobierno.
Hay una serie de disyuntivas apremiantes ocupando el foco de discusión en las altas esferas que nos gobiernan. Si las trasladaran a la calle, en cambio, no recibirían más que una cara de perplejidad como respuesta. No es que los ciudadanos no entiendan este tipo de problemas y cómo estos condicionan su realidad. Tampoco es que la gente ignore que sus necesidades se atienden mejor desde la política pública que con recetas de a pie.
Lo que ocurre es que hay una desconexión abismal entre lo que le importa a las personas y lo que se está llevando la concentración de los que pueden hacer cambios. Prometen atender necesidades locales y terrenales cuando están en campaña, estas promesas duran tanto como su camino hasta su presidencia, su prefectura, su curul o su alcaldía.
Es angustiante, sí, pensar que un partido consiga muñequear lo necesario para poner a un fiscal a su gusto o a un contralor que siga seleccionando ciertas carpetas que guarden polvo. Y debe preocupar a todos. Es una condena al país a no progresar y a los ciudadanos a no conocer nunca unas instituciones confiables en las que descansar aspiraciones como la de una educación con oportunidades o una salud sin miedo a salir peor de lo que se entró. Ciertamente es muy importante también conformar una mayoría en la Asamblea para poder pasar leyes aún más importantes para el desarrollo del país.
Pero nada de eso es tan urgente ni tan palpable como otras banalidades de la vida. Dentro de la burbuja gubernamental no ha calado la desesperación nacional. Ya no se puede salir a la calle sin miedo a perder la vida. No se puede crear un negocio sin temor a ser extorsionado por el narcotráfico o por los funcionarios. No se puede construir un proyecto personal de futuro sin recelo a que se vea truncado por cualquier contingencia nacional. Y nadie escucha.