Ecuador sin clase media

Una clase media robusta potencia el desarrollo equitativo de un país; por el contrario, una débil, que bordea los senderos de la pobreza, lo destruye.
Un dato que revela el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC) pasa desapercibido, pero revela una realidad de nubarrones para el país: la clase media, históricamente pequeña en Ecuador, se achica y sus perspectivas de crecimiento se difuminan.
Establezcamos primero la importancia del sector porque eso nos indica la gravedad de las cifras. Es casi unánime la creencia de expertos sociales y económicos de que la clase media es la franja más importante para el crecimiento de un país, se trate de uno que tenga economía emergente o de uno que la posea consolidada. Las razones no son solo financieras: ella es la aspiración inmediata de la franja social más numerosa que existe en los países subdesarrollados, llámese baja, popular o vulnerable.
La clase media es un salto del estado de vulnerabilidad y desamparo de los sectores pobres; sus miembros -en general- tienen niveles medios o altos de preparación, están en la formalidad, cuentan con mecanismos de protección y sus ingresos les permiten un nivel de vida que evade las carencias en vivienda, salud o educación. Se preparan, invierten, consumen. La mayoría se dedica a actividades del comercio y la educación.
Una clase media robusta potencia el desarrollo equitativo de un país; por el contrario, una débil, que bordea los senderos de la pobreza, lo destruye. Si ella no está fuerte, las perspectivas de salida de una crisis son nulas. Ecuador la tiene en números rojos: representa apenas el 8 % de su población. En Colombia es del 27%; en Perú, el 24%.
Y aquí está lo peor: su ingreso medio es de USD 850, si bien algunos de sus miembros pueden triplicarlo y llegar a los ingresos que tiene, por ejemplo, un jovencito que atiende en un McDonald’s de Miami. Después no pregunten por qué se van.
En resumen, el techo máximo, la aspiración del 90 % de los ecuatorianos, que están en clases pobres o vulnerables (el 2 % restante es rico), no es precisamente peritas en dulce. Y sin embargo es la siguiente fase en el camino a unos niveles mínimos de equidad.
Debería ser política de Estado el fortalecer la clase media. Porque sin ella, no habrá futuro posible.