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El debate es un eslogan

Avatar del Rubén Montoya

Los candidatos, todos, han reducido lo que antes era un debate de ideas a un credo diminuto: todo cabe en un eslogan...

Mal que bien, los procesos para elegir dignatarios políticos de un país suelen estar marcados por cierto ropaje ideológico, o sea, por un modo de entender el manejo del Estado y el desarrollo de la comunidad que lo nutre. Es propio de sociedades que entienden lo vital de debatir allí, en el espacio electoral que termina con la entrega de un voto, sobre las ideas y los valores morales que caracterizan a un individuo o a una colectividad. Pasó en Colombia hace poco; en Chile y Perú hace un par de años; sucederá, aunque rústicamente, este año en Argentina.

Menos en Ecuador.

¿Qué conjunto de principios y valores se definirá el próximo mes? ¿Qué modo de ver el mundo? Ninguno. ¿Con qué herramientas? Al parecer con una sola: todos quieren un país “mejor”. Listo. Y todos son maestros en el uso del “más”: quieren uno más humano, más justo, más inclusivo. Alcanza decir el qué, pero no el cómo. Solo les falta decir más idiota. ¡Flor de charlatanes!

El itinerario de deterioro y degradación de la cultura ecuatoriana (y la política es parte de ella) ha llegado a su piso. Los candidatos, todos, incluso quienes podrían verse como defensores de una tendencia, por caso Yaku Pérez, han reducido lo que antes era un debate de ideas a un credo diminuto: todo cabe en un eslogan.

Unas muestras: a Xavier Hervas le parece que lo vital es asumir “el RETO”, porque lo que él busca es justificar el nombre de su nuevo membrete, y más nada. A Jan Topic le sirve hacerse con el control de la Penitenciaría del Litoral, ese hotel 3 estrellas que han instalado los narcos en las afueras de Guayaquil. La verdad es que mal no le iría a él, pero como director de esa cárcel, o de todas, si demuestra que sabe de seguridad algo más que de amenazas. A Luis Villavicencio le alcanza con ser anticorreísta y ya está: tremendo programa de Gobierno. A Rafael Correa le sirve cualquier cosa con tal de que esté presidida por el verbo que más le gusta: “recuperar...”. Y, por favor, no me salgan con que el candidato no es él.

El debate ahora es un eslogan. Porque en este país que ve con resignación y desidia sus hilachas, no hace falta nada más.