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Cynthia y la transparencia

Avatar del Rubén Montoya

"Ella amagó con responder las acusaciones y entregar los descargos que mostraran la corrección de su proceder. No fue así.."

Hasta hace pocos días una lluvia de denuncias sobre presuntos ilícitos cayó sobre la alcaldesa de Guayaquil, Cynthia Viteri. Mezcladas -en las redes sociales- con repulsivos ataques a su inviolable vida personal, las denuncias mostraron lo único que debe importarnos: que varios contratos no tenían justificación en su origen o finalidad.

La lluvia ha cesado: la alcaldesa, y el partido que la auspicia, capearon el temporal como nuestros políticos mejor lo hacen: tendiendo un manto de silencio sobre lo esencial. Ella amagó con responder las acusaciones y entregar los descargos que mostraran la corrección de sus procedimientos.

No fue así. Suspender contratos, sacrificar a un chivo expiatorio o anunciar como si fuera el final de los tiempos que ya vienen a auditarla es, todo junto, una soberana burla. Algunos hicieron de la Contraloría una cueva de timadores con corbata que, ahora sabemos, más de una vez tarifaron sus ‘exámenes’ y exculparon de cargos a quienes podían comprar sus falsas auditorías.

Cynthia ha ganado tiempo y espacio de maniobra. Ha simulado responder y no lo ha hecho. ¿Por qué gastó una millonada en pintar con frases, una más trivial que otra, decenas de paredes? ¿Con qué justificación contrató ‘asesorías’ que en la práctica incluyen crear trolls digitales, que no son más que vulgares sicarios de la opinión ajena? ¿Qué Da Vinci, qué Dalí, qué Van Gogh ha parido en nuestros suelos para que le paguemos, en pleno tiempo de pandemia, medio millón de dólares por pintar unos óleos en un auditorio? Y sobre todo: ¿cómo ganó esos contratos quien los ganó?

El vendaval ha pasado. Quienes auspician su mandato, y temen perder su último bastión electoral, han cerrado filas con Viteri para sumarse al silencio que les garantiza la ‘auditoría’ de ese remedo de juez de cuentas que tenemos. La han respaldado. Es como si al frente de la Alcaldía le hubieran pintado un mural con esa frase que cantaba el inmortal JJ: “No puedo verte triste porque me mata…”. Cuando el único mural que necesita leer la alcaldesa, todos los días, apenas tiene una palabra y se lo recita la ciudadanía: “Transparencia”.