Las cifras del espanto

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'¿De qué creerá el Gobierno que han muerto las 7 u 8 mil personas que no ha sabido contabilizar? ¿De susto?...’.

Mientras en Guayas fallecen cientos de personas (al menos 200 al día, por sobre su promedio histórico, según datos combinados de los cementerios, las funerarias y el Registro Civil) la ministra María Paula Romo dijo esta semana que las muertes por la pandemia son algo más de 500 en todo el país. Y agregó que se han hecho 32 mil tests sobre la enfermedad… ¡para una población de más de 15 millones! ¿De qué creerá el Gobierno que han muerto las 7 u 8 mil personas que no ha sabido contabilizar? ¿De susto?

Esa cifra monstruosa y depresiva se produjo casi toda durante el encierro. ¿Y cuando este se aligere -lo decrete o no el Gobierno- acaso se desplomará? Cuéntenos, por favor señora ministra, cómo…

Y cuéntenos cuántos hospitales más, y cuáles, y dónde y con qué estarán en condiciones REALES de recibir pacientes, y no de mandarlos a que mueran en sus casas sin siquiera comprobar si están o no contagiados.

Cuéntenos cuántos miembros del Servicio Sanitario, y dónde y con qué seguirán en condiciones de batallar, y cuántos más se sumarán a la tarea de héroes que han cumplido hasta hoy. Héroes que deben estar extenuados, por cierto, desgarrados emocionalmente y hartos de las carencias, ¿no cree Ud.?

Cuéntenos, por favor, cuántos cientos de miles de test estarán disponibles, y dónde, y desde cuándo, y por qué costo… para que tenga sentido, como sostienen los expertos virólogos, el encierro prolongado. ¿O usted cree que con 50 mil pruebitas más podremos cantar victoria?

Y cuéntenos, ya que es experta en salud y en estrategia comunicacional y en manejos de crisis, ¿cómo harán para detener la avalancha de los pobres, que van a inundar las esquinas y luego las calles y después las ciudadelas del país?

Son más de 3,5 millones trabajadores informales, ¿lo sabe? Para ellos (y para muchos formales) la cuarentena ya no sirve. Porque su alternativa no es estar enfermos o no. Para ellos, ¡oh Gobierno mentiroso!, la alternativa es comer o no. Ellos ya no tienen miedo: lo que tienen es desesperación. Y hambre.

Cuéntenos, en fin, cómo manejarán esas cifras de la verdad. Que por ahora y por desgracia, son nuestras cifras del espanto.